Hoy se produce un nuevo encuentro en Madrid entre Javier Solana, representante de la (teóricamente unida) Política Exterior de la Unión Europea y Ari Lariyani, el negociador nuclear iraní. El objetivo de la reunión es analizar el estado de desarrollo del programa nuclear persa, las intenciones reales del mismo y si, estotras cosas, Irán se aviene a dejar que inspectores internacionales penetren en sus instalaciones para confirmar o desmentir si el proceso de enriquecimiento de uranio avanza a la velocidad que todos tememos, y con unos fines no tan energéticos como los que declara a diario el gobierno de Ahmadineyad, el curioso y bastante iluminado primer ministro iraní.
Los últimos meses han estado plagados de declaraciones altisonantes de cargos relevantes iraníes, afirmando lo inflexible que es su determinación de hacerse con la tecnología nuclear para lograr el acceso a una nueva fuente de energía. Se ah llegado a decir que se han instalado 50.000 centrifugadoras para enriquecer uranio, lo que puede hacer de Irán algo así como la hermosa lavandería de Oriente de enchufarlas todas a al vez. Lo cierto es que el debate actual se mantuvo hace ya casi dos años al respecto del proceso mismo de enriquecimiento. Irán dijo que lo iba a llevar a cabo, eso que se suele llamar la comunidad internacional y nadie sabría muy bien como definir, afirmó que no lo consentiría, y la poco empezó el enriquecimiento. Nuevamente la política de hechos consumados sobrepasó a las palabras y las intenciones. Algunos expertos opinan que Irán se hará con la bomba atómica, el que casi todo el mundo intuye como último y real objetivo de todo este programa, en una fecha en torno a 2010, es decir, en poco más de dos años y medio. La sola idea de que en una región como oriente medio haya gobiernos como el iraní con armamento nuclear produce mareos, y esa es la cuestión que esa “comunidad internacional” debiera replantearse. De no hacerse nada, de no haber imprevistos, Irán tendrá la bomba, y eso ,a mi entender, es muy peligroso. Hasta ahora los países que la poseen no la han utilizado principalmente en virtud de un equilibrio mutuo. India y Pakistán son los principales candidatos a llegar a usarla en una guerra regional (de hecho hay por ahí estudios norteamericanos sobre bajas estimadas en un conflicto nuclear en Cachemira). Otros la tienen como arma de autodefensa y autoafirmación, caso claro el de Corea del Norte, y es poco probable que la usen, pero ya han creado un peligroso precedente y ejemplo para terceros países.
Pero si irán adquiere la bomba, empataría con Israel en la zona, y en el juego planteado entre Israel y el resto de sus vecinos, en el que ahora la ventaja militar cae por el lado de los herederos de David, aparecería un oponente de igual tamaño y capacidad de destrucción, que lanza mensajes apocalípticos sobre la destrucción del sionismo y la negación del holocausto. ¿Hay por ahí alguien, algún analista o becario o lo que sea, que esté pensando como solucionar esto? ¿Cómo hacer que el gobierno iraní no se haga con ese arma? Puede hacerse por las buenas o por las malas, pero el reloj sigue corriendo, y la inacción sólo tiene como beneficiado a aquellos que tienen claros sus objetivos.
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