lunes, junio 18, 2007

El día del aficionado

Seguramente ayer fue el día del año en el que más deporte se vio por televisión, y en el que los aficionados de muchos equipos lo pasaron mal, muy mal, o muy bien, depende del resultado, claro. Los sufridores del sofá, cerveza, dulces y mando a distancia tuvieron una jornada intensiva que arrancó al mediodía con el primer partido de la final de la liga de baloncesto, otro duelo Madrid Barcelona, pero de esto nadie se acuerda, porque lo fuerte llegaría por la tarde. A las 17:00 se jugaban los partidos de fútbol para saber quién bajaba a segunda, y eso ya me cogió un poco más de cerca.

En el autobús, camino a Bilbao para coger el bus a Madrid, no dejaban de subir aficionados del Athletic, con sus camisetas y bufandas, muchos de ellos entrados en años y barrigas prominentes, otros jovencitos, y la mayor parte con una cara de nervio y sufrimiento estampada en la frente, porque se jugaban el descenso a segunda. Como no me gusta el fútbol, ni siento ni padezco, pero era curioso como ya en Bilbao, a pleno sol, a las 16:00, había gente por la calle con la camiseta roja y blanca camino al estadio, como una peregrinación, como esas películas de ciencia ficción en la que suenan unas sirenas y la población, alienada, se dirige al encuentro del líder en el lugar destinado a ello, todos en procesión, sin rechistar. Salí a las 16:30 de Bilbao y de su marea, y en el viaje no me enteré de nada, entre otras cosas porque no me interesaba. Al llegar a la parada de Lerma, y gracias al ligero retraso que llevábamos, puede asistir a la cita deportiva intermedia, la salida del Gran Premio de Estado Unidos de Fórmula 1, a las 19:00. Vistas dos vueltas por parte de toda la cafetería, quieta ante el televisor, y al bus. Alcanzamos Madrid a las 21:30 y al llegar a casa llamé a mi madre, que me comentó que la ciudad de Bilbao seguía en primera división y que San Sebastián no, por lo que supongo que ya ayer habría alegría desbordada en el Botxo, y para algunos que yo conozco ambas noticias debieron ser lo más feliz que podía oír en su vida, (pues nada, a disfrutarlo) Pero ya estaba en marcha el final del carrusel deportivo de la jornada, el saber quién iba a ganar el título de liga, y nuevamente este asunto no me importaba nada, así que puse un buen CD de música en al cadena de mientras cenaba y ojeaba unas cosas que tenía atrasadas.

Sí se que la liga la ha ganado el Madrid, pero más que nada porque hubo un momento de tranquilidad roto por ruidos, petardos, aplausos, chillidos y bocinazos en el barrio. Como la cosa se extendió de allí en adelante, hasta que me metí en la cama, supuse que la liga era del Madrid, y así parece haber sido, según he visto hoy por la mañana en la tele. Nuevamente me da igual, me consuela saber que, para los que no nos gusta el fútbol la liga (¡¡¡por fin!!!) se ha acabado, pero la cantidad de gente que sufrió y disfrutó ayer me deja asombrado, y todo lo que pudieron vivir. Cuántos infartos amagados o reales, riadas de alcohol y colesterol en vena adquiridos en la barra del bar, besos, abrazos y alirones de felicidad desatada, lloros, intentos de ligar aprovechando la coyuntura.......

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