La nueva propuesta lanzada por el gobierno en el borrador de la Ley de Calidad el Aire propone gravar con más fuerza el impuesto de matriculación de aquellos coches que contaminen más al emitir CO2. De esta manera no sería exactamente la potencia, sino el volumen de CO2 por el kilómetro el indicador relevante para calcular el importe del impuesto. Y mira por donde la medida me gusta, tiene una cierta lógica, pero creo que se queda corta, y que habría que extenderla a emisores más poderosos que campan impunes por las calles y otros caminos no tan civilizados.
Ante todo tengo que aclarar que no tengo coche, por lo que forma parte de ese escaso grupo de ciudadanos que sólo se beneficia de los innumerables impuestos que obtiene el gobierno de los automóvil, vaca sagrada donde las haya para la recaudación. La gasolina y el propio vehículo soportan tasas enormes, que suponen porcentajes cercanos al 70% del precio final en el caso de los combustibles. Esto de ligar el impuesto a la contaminación está bien, especialmente en estos tiempos de fiebre de todoterrenos, en los que las dimensiones de los coches parecen no tener fin. Yo nunca me compraría un enorme y gigantesco todoterreno salvo que mi trabajo tuviese una relación con el mundo agrícola o forestal. Me parecen coches incómodos (sí, ya se que por dentro están de maravilla) enormes, derrochadores y muy poco prácticos, pero la moda ha llegado , y parece que para quedarse. Recuerdo hace unos años, cuando estos vehículos ya arrasaban en los EE.UU., las típicas voces críticas denunciaban la estupidez americana al comprar estos mastodontes para ir por la ciudad, achacándolo a la simpleza de la mentalidad americana y al bajo precio de las gasolinas en aquel país. Bien, pues nuestras carreteras, al parecer llenas de simpleza pero con altos precios de la gasolina, se están llenando de X3, X5, Touaregs, Cayenes, Q7, y otros exponentes variados, que cada marca no deja de sacar modelos. Incluso se ven Hummers, la ostentación, el derroche (y el tamaño) en su grado sumo. Quizás seria cuestión de revisar la idea de si el tamaño del coche guarda relación directa (o inversa) con el tamaño del pene de su propietario y de si es un signo de ostentación viril o de compensación ante la falta de fuerza sexual. En ambos casos los tamaños parece que sí importan.
Pero, a parte de los coches, hay muchos otros vehículos que circulan por todas partes y contaminan muchísimo, y puede ser esta la oportunidad de ponerlos en vereda. Los famosos quads, que te los encuentras por cualquier pista forestal, o calle, haciendo ruido y con el escape libre, lleno de humos y olores, o los autobuses urbanos, que cada vez que arrancan echan tanto humo como en al salida de un premio de Fórmula 1. ¿Por qué no aprovechar al ley parea ir obligando a que todas las flotas de autobuses municipales sean no contaminantes? Biodiésel o etanol, o aún mejor, eléctricos, o hidrogenados, sería una buena manera de dar ejemplo y contribuir a eliminar la capa de mierda que se posa sobre nuestras ciudades, que, por cierto, hoy se aprecia muy bien ( :-( )sobre este Madrid de verano.
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