Eso pensaba yo el viernes, cuando quedé con un compañero de trabajo para dar una paseo en bici por Madrid. Como su pareja está embarazada ya no puede acompañarle por las calles y pistas, y me dijo a ver si me animaba. Al final le dije que sí, confiando en que, pese a mi mala forma, un paseo por aquí no iba a ser más duro que unas subidas a Campazar o Axpe (puertos cercanos a Elorrio). Es cierto que casi nunca he andado con bici de montaña, y que las condenadas se agarran al suelo como lapas, y más en un carril bici, que parece absorber la rueda, y genera un ruido de caza al avanzar que te hace pensar lo que estás rozando...
Y allí nos pusimos en marcha. Saliendo de Legazpi hasta coger el carril bici que circunvala Madrid y hacia arriba, suavemente en un principio, en un día soleado y radiante a más no poder. Cuando llegamos al Zoo de la Casa de Campo empezamos a comprobar en nuestras carnes lo mala que es la señalización española, con coches por todas partes y guardias que no sabían indicar el camino. Algo parecido nos volvió a suceder en la zona del lago, aunque menos mal que había muchos ciclista y preguntándoles pudimos encontrar el camino correcto. De ahí en adelante todo era subida, bordeando la M30 por Moncloa camino a Herrera Oria y Avenida de la Ilustración. Pasando Pitis había una subida dura, que acababa en una fuente deliciosa, y allí estuvimos un rato refrescándonos, bajo un sol de justicia, pero lo cierto es que mis piernas y brazos empezaban a estar fatigados. Seguimos avanzando y llegamos a un cruce (no señalizado, claro) en el que, en medio de la nada, una chica estaba esperando algo o a alguien, pero no a nosotros. Preguntamos por donde ir y nos mando por la izquierda.... y según pudimos comprobar era por la derecha, porque algunos kilómetros más adelante el camino se acababa en un puente sobre la carretera de Colmenar, y allí estábamos varios ciclistas perdidos. Al final, y gracias nuevamente a algunos ciclistas que eran de por allí, a los que paramos en su recorrido, volvimos a encontrar el camino, ya al inicio del polígono de Las Tablas. Eran las 14:30 más o menos y yo ya estaba muy tocado. A la salida de San Chinarro, y ante un gran repecho, nos paramos, y en una terraza tomamos un refresco, pero las piernas me fallaban ya por todos lados.
El resto del camino, tendente hacia abajo, fue lo más parecido a una procesión de almas en pena. Los dos, bastante tocados, maldecíamos cada vez que un repecho se ponía delante nuestro, y los caóticos desvíos en la zona del estadio olímpico casi acaban con mi paciencia Al final, en medio de un vendaval y gotas de tormenta, llegué con mi compañero a su casa, dolorido por todas partes, con los brazos y las piernas rojos por el sol y, en general, en un estado bastante lamentable. Comí en su casa, cosa que le agradezco a él y a su compañera, y al poco llegué a la mía renqueando por las escaleras del metro. Me duché, y a eso de las 22:00 estaba en la cama, pero aún hoy hay algunas partes del cuerpo que me duelen, y casi todo él está rojo. Menudo paseito.......
No hay comentarios:
Publicar un comentario