Evidentemente el tema principal de ayer y hoy es la reunión mantenida entre Zapatero y Rajoy, y el principio de acuerdo al que llegaron. Con el preludio de la semana pasada muchos pensábamos que esta reunión tenía muchas papeletas para el fracaso, porque tanto ZP en su entrevista de Cuatro como Rajoy en declaraciones a otro medios, se encargaron de calentar el ambiente y anunciar que cada uno veía al otro interlocutor como un obstáculo en la lucha contra ETA. Finalmente, y de manera afortunada, parece que lograron ponerse de acuerdo (quiero pensar que la sociedad no les hubiera perdonado otra actitud), y no deja de ser triste que haya sido por un enemigo común, y sólo esa sea al causa de su encuentro.
Se ha puesto de moda en los últimos días por parte de los periodistas la expresión “acuerdo de mínimos” para describir un pacto en el que sólo se haga referencia a que ETA debe ser derrotada, dado que en todo lo demás existe un divorcio pleno entre estos dirigentes, sus partidos y los espectros de votantes de cada uno de ellos. Es triste, sí, y la escenificación del acuerdo de ayer, con Rajoy ofreciendo la rueda de prensa en Génova 13, sede del PP y la vicepresidente apagafuegos de la Vega hablando de parte del desaparecido ZP no deja de ser una muestra de la pocas ganas que tienen de actuar unidos, ni siquiera ante una lacra como esta. Pero intentaré quedarme con lo positivo, y es que más allá del acuerdo en sí es evidente que los dos líderes han cedido, y han dominado, al menos de cara a la galería, a las huestes ruidosas de sus partidos. El editorialista de El País, que ya tendría preparado su escrito en contra del PP, acusándolo como culpable de la ruptura del consenso y echándole en cara los siete males se ha quedado sin discurso, y habrá tirado la hoja a la basura algo enrabietado, como lo estará Pepino Blanco y otros dirigentes socialistas mordaces y cavernarios. Pero no sólo allí cunde algo de irritación, no. Me imagino que Jiménez Losantos hoy no tendrá su mejor día, y arremeterá contra Rajoy, indignado por esa nueva cesión ante el villano ZP, y esa opinión será muy compartida por grupos del PP, en los que personajes como Acebes o Zaplana se habrán sentido desautorizados por su jefe. En definitiva, para todos aquellos seguidores de la estrategia del “cuanto peor, mejor” ayer fue un mal día, y sólo por eso debemos alegrarnos.
También ZP y Rajoy han sido, por su parte, listos, consiguiendo el objetivo de elevarse por encima de este ruido muchas veces insoportable. Se han atribuido algo de esa imagen de estadistas, de la que ambos andaban muy necesitados, y, al haberse confabulado juntos frente al enemigo único, dificultarán que la irrupción de ETA sea utilizada por algún sector del PP o del PSOE como arma arrojadiza, lo que sería algo ya vergonzoso. ¿Durará este mínimo acuerdo mucho tiempo? Esperemos que sí, pero las elecciones se acercan, y las tentaciones de romperlo no dejan de crecer. En fin, ayer fue un buen día, y eso últimamente es mucho decir.
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