Hoy dos personas se reúnen en un palacete en Madrid con toda la presión del mundo para que logren acordar algo. Dieciocho meses después de su última reunión, y sin que ninguno de los portavoces de sus partidos sea capaz de explicar como no les da vergüenza que haya pasado año y medio desde entonces, Zapatero y Rajoy se verán las caras en medio de una tormenta económica que amenaza con hacer naufragar el barco llamado España en el marco de una Europa que se resquebraja. ¿Hay que poner muchas esperanzas en este encuentro?
Pues mi opinión es que no, y ojala me equivoque. Y así lo creo porque ambos personajes están completamente superados por las circunstancias. Difícilmente darían la talla ante una coyuntura difícil, pero ante la gravedad de lo que estamos viviendo su insignificancia se agiganta, si se me permite la paradoja. Es cierto que las culpas no están repartidas al 50%, porque aunque Rajoy sea un mal líder, indolente, sin alternativas visibles y con un profundo desprecio de la economía, a él no le toca gobernar. Su pecado es la falta de ideas y de liderazgo. En frente Zapatero se consolida como el peor presidente de la historia de España, y es completamente incapaz de hacer frente a esto porque, de primeras, no lo ve. No admite el agujero en el que nos estamos metiendo porque ni lo entiende ni lo percibe. Y es él el único de los dos que tiene posibilidades de llevar a cabo sus planes, pero sólo no podrá hacer lo que hay que hacer. Los dos principales periódicos de España afrontan esta reunión, decisiva, con visiones muy dispares. Así El País da por supuesto que se tratará de una reunión informativa en la que Zapatero contará cosas a Rajoy pero no le pedirá su apoyo. Por su parte El Mundo cree se tratará de una reunión con acuerdos sobre la mesa, y que Zapatero sí buscará el apoyo de Rajoy. Como verán ambas visiones no se parecen en nada. ¿A quién creer? Habrá analistas que diseccionen si el apretón de manos se produce en los peldaños de arriba o de abajo, o si las ruedas de prensa posteriores se dan en la misma Moncloa o en la sede de los partidos, como signo de desunión o de acuerdo, pero eso me parece que son detalles que evitan el fondo del asunto. Puede que esta sea una de las últimas oportunidades que ambos personajes tengan para hacer algo por su país, y si eso no les conmueve, que no parece, por su propia ye egoísta supervivencia. Si hoy mismo sondeamos a la población tras lo de ayer probablemente el sentimiento más generalizado sería el del miedo, y ante la reunión de hoy habría más variedad, pero dominarían la apatía y el escepticismo. No sólo deben tratarse los temas que se han anunciado en la rácana agenda preliminar, Grecia y las cajas de ahorro, sino todo el marasmo financiero que nos invade, el desempleo sangrante, las reformas estructurales de mercado de trabajo, pensiones y sistema fiscal y financiero que hay que hacer, el recorte del gasto público.... esos deben ser los temas que se traten en la reunión, que debe durar tantas horas como sea preciso, y de la que debe salir un acuerdo por nuestro bien. Leopoldo Abadía ha dicho varias veces que habría que encerrarles bajo llave y no dejarles salir hasta que se pongan de acuerdo, pasándoles comida y bebida por una rendija, como si de un cónclave se tratase. En mi sueño, tras ese agotador encierro, ZP y Rajoy acuerda un gobierno de concentración nacional presidido por ninguno de los dos, con pocos ministerios, encargado de implantar una economía de guerra, de supervivencia, que nos permita llegar a unas elecciones adelantadas dentro de un año.
Mi sueño no se va a cumplir, y la segunda mejor alternativa, el gobierno de concentración presidido por ZP, tampoco. Repito que espero equivocarme, pero es probable que hoy, nuevamente, los dirigentes de este país demuestren hasta que punto es ínfima su talla moral y profesional. Se les acaba el tiempo, y no sólo en los mercados. Empieza a haber una campaña para manifestarse el próximo día 16 de Mayo contra la clase política que nos desgobierna y nos “desopone”. Habrá que estar atentos a lo que sucede, y por lo que más quieran, que pueda decir aquí, alto y claro, que hay acuerdo, y que me equivoqué.
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