Este fin de semana han sido las fiestas de San Isidro, y en Madrid, como en todas partes, se acostumbra a vestir a los niños como los personajes pintorescos o rurales de la localidad, en este caso de chulapos. Es una costumbre que nunca he entendido y a la que no le veo ninguna gracia. Sin embargo uno de los actos de las fiestas sí me gustó, y tuvo relación con el 100 cumpleaños de la Gran Vía, esa calle siempre tan transitada, que el Sábado se cerró al tráfico, se alfombró de azul y se convirtió en el paseo o salón de los que allí estábamos.
Mi idea era darme una vuelta y palpar el ambiente, pero poco más. A eso de las 19:00 estaba en los aledaños de la Red de San Luís, cruce entre Gran Vía y Montera y Fuencarral, junto al edificio de telefónica, y allí estaba situado un escenario en el que se bailaban tangos, aunque a nivel de calle al aglomeración impedía cualquier cosa. Ante semejante marabunta opté por coger alguna vía lateral y salir a Callao, segunda plaza de la calle por un desvío. Allí había gente pero menos, y estaba esperando porque en un escenario se iban a coreografiar algunos pasos de musicales, concretamente el de los 40 principales. Me quedé un rato viendo aquello y hubo un momento en el que, sin darme cuenta, ya no se podía salir de allí, así que me junté con los que estaban para presenciar el espectáculo. A las 20:40 salieron bailarines y actores al escenario y empezó el espectáculo. Desde donde yo estaba no se oía muy bien lo que pretendían que hiciéramos, y estábamos muy juntitos como para dar paso de algún tipo, pero todo el mundo estaba contento y alegre, y cuando se ponía un poco alta la música la gente saltaba y se lo pasaba en grande, en incluso yo disfruté, abstrayéndome de lo que yo pienso de los cuarenta y las emisoras de radiofórmula. Cerca de una hora estuvimos allí, y cuando se acabó el espectáculo empecé a descender el último tramo de la calle hasta la Plaza de España, donde se estaba montando un tercer escenario para un concierto nocturno, en este caso dedicado a recordar a los años de la movida. La imagen de la calle, llena de gente, sin ningún coche, con los semáforos en rojo y verde y sin que nadie les hiciera caso era preciosa, y la vista desde la Plaza de España del tramo ascendente de Gran Vía, completamente lleno de gente, fantástica. El concierto empezó a las 22:30 y en él se juntaron varias viejas glorias, algunas ya muy deterioradas. Germán Copini, de Golpes Bajos una desatada Mercedes Ferrer, Nacho Campillo, de Tan Tam Go, Nacho García Vega, de Nacha Pop y Rafa Sánchez de la Unión fueron los encargados de tocar, cada uno, dos temas clásicos de su repertorio y de animar al personal. Me hizo especial ilusión oír en directo “Espaldas mojadas” de Tam Tam Go, en mi opinión una de las mejores canciones españoles que jamás se han compuesto y que nunca sale en ninguna lista ni refrito de grandes éxitos. Como no podía ser de otra manera, el concierto acabó con todos en el escenario recordando al desaparecido Antonio Vega, primo de Nacho Campillo, y cantando esa “Chica de ayer” que poco a poco se convierte en la leyenda y agranda la figura de un músico, Antonio, que no se que pensaría del éxito y renombre que va adquiriendo con el tiempo, él, que parecía que en el fondo poco le importaba esto de la celebridad y la fama. Fue un final de fiesta muy bonito, y todo el mundo a mi alrededor cantaba la letra de Antonio Vega como si fuera uno.
Con esto la fiesta se acabó. A las 00:20 unos fuegos artificiales disparados desde Callao pusieron el broche a una tarde diferente, en el que una avenida fue tomada por la gente, y que terminados los festejos seguía siendo escenario de fiesta, de personas que, tiradas en la alfombra, disfrutaban de una alternativa pradera de San Isidro, azul industrial frente al verde campestre, y que en un remedo de botellón tomaban los cruces y esquinas, habitualmente ruidosas y llenas de coches, y las hacían suyas. Una tarde noche diferente, y sí que lo fue, bastante más de lo que me esperaba :-))))
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