jueves, mayo 27, 2010

Nos vuelve a tocar examen

La vida española cada vez se parece más a la de un estudiante inmerso en un moderno curso de evaluación continua. Como si se tratase de experimentar con la implantación de Bolonia, las actitudes y decisiones que tomamos los españoles y nuestros gobernantes (es un decir) son escrutadas y analizadas con lupa por parte de miles de inversores, instituciones y particulares, que están aterrados con la sola idea de que España llegue a un punto de colapso financiero que le haga no pagar sus deudas. Eso es lo que nos controla y vigila.

Y hoy toca examen nuevamente ante el tribunal.
En el Congreso se vota el paquete de recortes presentado por ZP hace dos semanas y convalidado en el Real Decreto de la corrección y chapuza, típical spanish. El resultado de la votación, a priori, da un victoria por la mínima al SÍ, con el No ya anunciado del PP, el PNV y la izquierda. Si se abstienen coalición canaria, UPN y CiU gana el PSOE 169 frente a 168. Si CiU decide que vota que no se carga el decreto, el gobierno y la legislatura. ¿Qué es lo que debiera suceder?. Hay que partir del hecho de que estas medidas de recorte no son una idea del gobierno de ZP, y de que, es mi opinión, ZP ya no gobierna. Este paquete es el primero de varios que vendrán impuestos por esos que antes señalaba que nos observan atemorizados. La Unión Europea, Estado Unidos, China y piense usted en alguna que otra civilización extragaláctica no pueden permitirse el lujo de que España quiebre. Si eso sucediera, sería el fin, entendiendo el fin como el colapso del sistema financiero mundial, algo de lo que la caída de Lehman Brothers fue una demo bastante interesante y aterradora. Si en España gobernase el PP, o los regionalistas cántabros, puede que hubiese adoptado otras políticas más sensatas en años anteriores, es fácil, la verdad, pero tarde o temprano hubiéramos llegado a una situación similar porque el endeudamiento privado y público estaba desbocado en todas las administraciones, empresas y particulares. Hay que reducir el gasto antes de que la deuda nos asfixie. Y es duro decirlo, pero España como nación ha demostrado no ser capaz de hacer frente a sus retos y problemas, por lo que, si nosotros no podemos, nos lo “podrán”. Así, la votación de hoy debe salir que Sí. En el escenario positivo los grupos desgranarían una crítica dura y mordaz a un gobierno desbordado por los acontecimientos y que ya no es capaz de vender como error lo que es una rectificación (Salgado debiera dimitir por vergüenza, o por cómo le han dejado el resto de “compañeros”) pero en la votación, CiU, PNV y PP debieran abstenerse. En ningún caso votar en contra. Que se pongan en la nariz todas las pinzas que deseen, pero deben facilitar la aprobación del Decreto. ¿Les hace eso corresponsables de las medidas y de su coste? Sí, porque lo son. Porque son corresponsables de que las cosas hayan llegado hasta este punto, porque en las administraciones que gobiernan se reproducen, a escala, los males que amenazan con derrumbar este edifico sobre nuestras cabezas, y si estuvieran en el gobierno también tendrían que adoptar unas medidas así de duras, e igualmente impuestas desde el exterior. En este caso la votación no es más que asumir nuestra situación de enfermo bajo vigilancia, de agachar la cabeza y mostrarnos complacientes, y de no incordiar a los médicos que, en sus vistas, tratan de que nuestra enfermedad no nos mate ni contamine a todo el hospital. Así de sencillo y duro.

Los antecedentes no son optimistas. La bronca del Senado de hace dos días, con los del PP pataleando como niños pidiendo la dimisión de ZP y los socialistas palmeando como críos a un presidente agónico mostraron, como bien dijo el presidente de la cámara, Javier Rojo, un espectáculo indecente y bochornoso a un país que está angustiado y temeroso. Hoy al menos sus “señorías” tiene la oportunidad de, si no arreglarlo, al menos no estropearlo más. Crucen los dedos, pongan amuletos, y por nuestro propio bien, aunque suene paradójico, que salga SÍ.

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