Ha habido bastante revuelo esta semana en torno al CIS, el organismo público encargado de realizar sondeos. Su directora, Belén Barreiro, fue cesada fulminantemente hace unos días por la “Vice” de la Vega en medio de insistentes rumores sobre los deseos de la primera de alterar el calendario de publicación de sondeos y de cocinarlos aún más para tratar de lavar la mala imagen que ofrece el gobierno en las encuestas. Lo que es cierto es que a lo largo de todos los que han mandado en España el CIS se ah debido plegar al deseo de los gobernantes, sea del PSOE o del PP, y como en todas las jerarquías, si el de abajo no cumple se le despide.
Esto es cruel e injusto, porque se supone que el CIS debe tener un componente técnico. Si en los sondeos el PSOE sale muy mal, pues se fastidia. Hace unos años el PP salía mal y los portavoces populares clamaban a todas horas contra la manipulación del organismo, pero ahora que les da seis puntos de ventaja respetan su ecuánime trabajo. Todo muy infantil. Y lo que es peor, muy antiguo. Parece que el gobierno y la oposición no se han enterado de lo que ha cambiado el mundo. Hace ya mucho que el CIS no tiene el monopolio de los sondeos, y que semana sí semana no los medios publican distintas encuestas, sesgadas más o menos, que escrutan la intención de voto y otras cuestiones. Los propios partidos realizan sondeos, se dice que incluso a diario, sobre el estado de situación, y eso relativiza mucho el papel del CIS. Su encuesta ni es la mejor ni la peor, ni la única. Por lo tanto vale lo que vale y, manipulada o no, pesa lo que pesa, no mucho. Pero es que incluso las encuestas han quedado en un segundo plano hoy en día frente a Internet como fenómeno de opinión y difusión. Una declaración del gobierno o de la oposición, amplificada, recortada, distorsionada o trucada, se pone en un foro de Twitter, Factbook o cualquier otra red social y se expande en horas a un universo de población que jamás responderá a una encuesta. El marketing viral, el uso de las redes sociales de la web como medio de promoción, es algo que las empresas comerciales llevan ejercitando desde hace poco pero que empiezan a dominar como medio. Sin embargo, en la política, sólo tenemos un ejemplo de uso intensivo y efectivo de esta nueva forma de comunicación, que es la campaña de Obama a la presidencia de EE.UU en 2008. Guste o no, Obama gano en y gracias a Internet. Hubo debates, sondeos, encuestas y entrevistas, pero el uso de su equipo de las redes sociales fue espectacular, y muy exitoso. Logró llamar la atención, movilizar voto, despertar simpatías, hacer que funcionara el boca a boca (bueno, mejor el click a click) y en el terreno virgen de Internet logró un triunfo aplastante. El que los partidos en España se peleen sobre el resultado de una encuesta electoral, a parte de su ya contrastado nivel de inmadurez, refleja su absoluta desconexión de la realidad tecnológica y de los medios de comunicación en la que vivimos, y lo que es peor, su ignorancia al respecto. Para ellos Internet es un sitio para mandar spam electoral, pero parece que no es sino un estorbo. Siguen haciendo mítines en plazas de toros como en los años 30!!!!
El problema es que, en este aspecto, los políticos si parecen ser un fiel reflejo de la clase dirigente española. Hace unas semanas venía un interesante artículo en El País sobre la presencia de las empresas españolas no ya en Internet, sino en las redes sociales, y el suso que hacían de las mismas. La conclusión del texto es que más que de presencia se puede hablar de ausencia. Quizás por puro desconocimiento, desinterés o apatía, pero nuevamente las marcas punteras españolas no parecen estar haciéndolo bien en este campo. Hay excepciones, pero son eso. No nos damos cuenta de que vivimos en 2010.
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