Ayer en Washington tuvo lugar el encuentro público entre el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu y el presidente de la autoridad palestina, Abu MAzzen, en una imagen en la que ambos escoltaban a Obama y que en sus flancos estaba completada con la presencia del presidente egipcio, Hosny Mubarak y el representante del cuarteto para oriente medio, el omnipresente Tony Blair. Bien, ya tenemos en marcha un nuevo intento de proceso de paz en la zona, que como los anteriores, empieza con buenas palabras y gestos pero veremos como acaba.
Esta vez hay una diferencia de matiz, ya que si en ocasiones anteriores el presidente americano y los líderes de la región trataban de pasar a la historia con el acuerdo esta vez Obama ya posee un Premio Nóbel de la paz preventivo, por lo que en vez de ganarlo ahora debe tratar de ganárselo, digámoslo así. Lo que es igual que en todos los procesos anteriores es el número y magnitud de los enemigos que tratan que esto no llegue a ninguna parte. Ya el día anterior al encuentro hubo un atentado de Hamas contra colonos judíos que se saldó con cuatro víctimas mortales, en un claro esfuerzo de torpedear el mismo inicio de las conversaciones. No lo logró, pero era una acción terrorista muy envenenada, que muestra sobre todo la debilidad que posee Abu Mazzen para controlar su posición. El integrismo islámico de Hamas no sólo le ha arrebatado Gaza a la autoridad palestina, sino que le ha restado mucha autoridad, valga el juego de palabras. Siria e Irán, actores fundamentales en la zona, ven con mejores ojos la dureza y convicción de las posiciones de Hamas que las de los palestinos clásicos, y de hecho financian a ese régimen que mantiene Gaza en un estado de esclavitud. Por ese flanco serán continuas las presiones y los atentados para mandar todo a la porra. En el lado israelí Netanhayu parte con la ventaja de que es un miembro del ala dura en la propia Israel, lo que, paradójicamente, le da más fuerza de cara a aceptar lo que se verían como concesiones a la parte palestina. Sin embargo también hay grupos en su bando que tratarán de impedir el cuerdo, especialmente los partidos ultraortodoxos y los movimientos de colonos, y es que creo que la reducción o desmantelamiento de algunas colonias es uno de los pasos que se deben dar de manera obligatoria par poder asegurar un estado palestino mínimamente viable, y no el archipiélago de territorios que ahora existe en Cisjordania. Estos colonos, a su vez uno de los colectivos más atacados por los integristas de Hamas, serán la principal oposición interna dentro de Israel, y darán muchos problemas. A este conjunto de peligrosos elementos internos en ambas partes debemos sumar los externos, que no ven con buenos ojos un posible acuerdo. Entre ellos los principales son los citados Siria e Irán, ya envueltos en propios problemas y generadores de conflictos internacionales a gran escala de enrome peligro, especialmente en el caso persa. Tampoco el complejo de Al Queda vería con buenos ojos un acuerdo, porque es experto en usar el sufrimiento de los palestinos como banderín de enganche para lograr adeptos a su causa. Perdería un gran foco publicitario y estará dispuesta a atentar y destruir lo que haga falta, muy en su línea.
Por lo tanto, la foto de ayer está incompleta. Sólo salen en ella los que, pese a lo que les pueda costar, están interesados y necesitados de llegar a un acuerdo. ¿Cómo acabará esta vez el proceso? Ojala que bien, entendiendo por bien un acuerdo que garantice estabilidad a la zona y ponga las bases para la coexistencia de dos estados, Israel y Palestina, que permita el desarrollo económico y social de la población que allí vive (mejor, malvive). La historia de fracasos de estos procesos es eterna, y pesa mucho, pero alguna vez se tendrá que romper la mala racha. A ver si puede ser esta.
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