Hoy se celebra el Consejo Europeo de jefes de estado y gobierno, y lo hace en un ambiente muy turbio a cuenta del asunto de la expulsión de los gitanos que está llevando a cabo Francia. En los últimos días ha habido un duro cruce de acusaciones entre el gobierno de Sarkozy y la Comisaria de Justicia, Vivanne Reding. Reding amenazó con sanciones contra Francia y dijo que esto le recordaba los pasados tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Francia, como buen gallito que es, respondió diciendo que esas declaraciones eran intolerables y que si Reding, luxemburguesa, los quería, podía quedarse con los gitanos.
Ayer por la noche la cosa estaba tan tensa que hubo que llamar a la calma, y quien cedió, obviamente, fue Reding (al final justificaré el uso de ese obviamente). Lo cierto es que la cosa sigue tensa y es imposible que, pese a lo que se haga dicho, en la reunión de hoy y mañana no se trate este asunto. Y es que este episodio es el primero de muchos otros que vendrán, y que demuestran que la crisis económica, que sigue, avanza destruyendo tejido social tras el impacto meramente económico. Masas de parados, pobreza, exclusión, ¿acaso nadie preveía que tanta ruina no acabaría traduciéndose en cosas así? El gobierno francés, ante un problema serio, y común a toda la Unión Europea, como es el de las bolsas de marginalidad social, que crecen por todas partes, ha optado por la solución populista. Se coge a un colectivo con una alta tasa de delincuencia y que no posea medios sociales de defensa (prensa, opinadores en televisión, empresas poderosas, etc) y se le pone el sambenito de culpable del mal, y como no se le puede deportar en el sentido antiguo dada la libertad de circulación de personas en la UE, se le “manda” de vuelta a su país de origen, que en el fondo es lo mismo. Esto a Sarkozy le está resultando rentable internamente, porque parece que en los sondeos la muestra de firmeza se salda con respaldo electoral, y esta es una de las derivadas más ocultas y graves del problema. El francés de a pie, que también se está quedando en paro, cada vez ve peor las políticas sociales y de apoyo al inmigrante, desfavorecido o como se le quiera llamar. Cuando sobraba dinero vale, pero ahora que falta, Francia para los franceses. Es una reacción nacionalista y proteccionista de libro, que ha sucedido en todas las crisis graves y en esta, que lo es y mucho, vuelve a pasar. El hecho de que Merkel y Berlusconi apoyen a Sarkozy muestra hasta que punto las masas sociales de sus países contemplan, con buenos ojos y mala conciencia, lo que se está haciendo en Francia, y no descarten movimientos similares. Bueno, en Italia ya los ha habido, enmascarados bajo el teatro absurdo que es la política italiana y de Berlusconi, pero hay movimientos en oros países europeos para adoptar medidas similares, que suenan a restricción de fronteras, limitación de derechos, etc. La hidra de la crisis económica, un monstruo feo y oscuro, enseña una nueva cabeza, tan repelente y siniestra como las anteriores.
Lo del obviamente.. pues claro. La Unión Europea es un club de socios iguales en el que Francia y Alemania pagan y, por supuestos, mandan. Y el resto nos acomodamos, recibimos dinero y obedecemos. Si una medida como esta la adopta el gobierno portugués, o el checo, se le cae el pelo, pero seamos sinceros. Si Francia o Alemania mandan callar a la Comisión Europea, ésta se calla, y más le vale, no vaya a ser que sean todos despedidos. Como amarga lección de europeismo práctico y del estado de situación de la integración del continente no está mal.
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