Lo más comentado ayer y hoy serán, seguramente, las declaraciones que hizo ZP ayer en Oslo, en un encuentro organizado por el FMI en el que se debatía la situación del mercado laboral en el mundo. Frente a las acertadas palabras de Strauss-Kahn, presidente del FMI, que calificó de catastrófico el panorama laboral mundial, nuestro presidente dijo eso de que el parado que se forma no es tal parado, una de las tonterías más grandes que se han oído en años y que no pasaría ni un triste examen de ESO. En estas manos y mentes está nuestro barco.
Quizás por este revuelo no ha alcanzado mucha difusión en los medios el acuerdo al que ayer llegó el gobierno norteamericano y el de Arabia Saudí, y eso que esta combinación de países siempre es interesante. La cosa va de armamento, y a gran escala, y consiste en que Estados Unidos venderá a los saudíes aviones y helicópteros de combate por, agárrense, 46.600 millones de euros, que puestos en dólares son 60.000 millones. Si recuerdan hace unos días comentaba el plan de estímulo inversor que Obama presentó al inicio de la campaña electoral de Noviembre, consistente en 50.000 millones en varios años para carreteras y ferrocarriles en EE.UU. Pues esto es más dinero aún, y en mucho menos tiempo. De hecho señala el artículo de La Vanguardia que de aprobarse sería la mayor venta de armamento de la historia de Estados Unidos. El articulista enfoca el asunto por el lado geoestratégico, y tiene mucha razón, porque todo esto parece una pinza que el gobierno Obama y los saudíes tratan de crear frente a un Irán que, poco a poco, se ve como una amenaza imparable. Si ya los americanos poseen bases estables en el país árabe, que a veces no pueden ser utilizadas plenamente por el hecho de ser territorio santo para el Islam, el rearmar al socio saudí implica que sea él mismo el que desarrolle un ataque desde su propio y santo suelo. Sin embargo, también la vertiente económica del acuerdo es inmensa, porque supone una fuerte inyección de dinero directamente al consorcio empresarial americano que trabaja en temas militares y de defensa, un enorme complejo de empresas de inmenso poder y ávidas de recursos. En este caso, y dado el componente aéreo de la venta, también el sector aeronáutico se va a ver muy beneficiado, lo que será un duro golpe para el consorcio europeo EADS y su Eurofighter, avión de combate, que ve como pierde uno de sus potenciales y más jugosos mercados. Como Arabia Saudí paga en petrodólares digamos que este acuerdo es una especie de “devolución” a los consumidores americanos del sobrecoste que pagan por llenar los depósitos de sus coches. Allí la gasolina ha subido mucho estos años, y los saudíes siguen siendo los principales productores mundiales de crudo y, de momento, los que controlan el volumen medio de producción y ajustan los precios. Por ello siempre es conveniente llevarse muy bien con ellos, y de ahí surgen lazos de unión entre los americanos y el gobierno de Riad que, como antes he mencionado, siempre deparan noticias jugosas y situaciones interesantes. Cambian los presidentes en la Casa Blanca, pero la relación de dependencia con los saudíes continúa.
Habrá muchas voces que se expresen en contra del acuerdo, y obviamente tendrán toda la razón. Arabia Saudí es una monarquía feudal, en la que no existen los derechos civiles para la población, y en la que las mujeres no son consideradas exactamente personas y, por tanto, carecen de todos los derechos. Y además, sigue exportando su versión radical del Islam, el wahabismo, y financia grupos fundamentalistas que están detrás de atentados en todo el mundo. Pero ya ven, la “real politik” es así. Seguro que esta vez Obama sí encuentra el apoyo de los republicanos, la votación sale adelante y todo son aplausos. Las consecuencias futuras… a saber.
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