Hoy es el primer día después del paso de la tormenta Sandy
por la costa este de EEUU. A medida que pasan las horas se adquiere una visión
más completa de lo que ha supuesto su impacto, tanto en víctimas
mortales, cifradas en unas cuarenta, como en los destrozos materiales, que
costará aún bastante tiempo evaluar por completo, y mucho más reparar. Millones
de abonados siguen sin luz un día (y noche más) y los servicios públicos, pese
a que empiezan a recuperarse, siguen a medio gas. Nueva York trata de arrancar
pero el metro continúa medio inundado y algunos de sus aeropuertos hoy abrirán
frente a otros que no.
Sandy ofrece muchas lecciones a su paso, pero más allá de
las derivadas de la gestión de catástrofes y de cómo el individuo hace frente a
la pérdida de sus bienes, quiero centrarme en un aspecto que me parece básico
en la cultura del norteamericano, y que creo haríamos bien los habitantes de
otros países en aprender, y más en España. Me refiero a su pragmatismo, al
sentido práctico de la vida, que impregna casi todo lo que hacen. De manera
esquemática (e incorrecta) si algo es útil y rentable, de acuerdo, sino, no. A
veces este principio genera problemas serios, pero ante catástrofes y retos
nacionales resulta ser un arma decisiva para la reconstrucción. Ayer mismo
Obama, acuciado por la carrera electoral y por sus obligaciones presidenciales,
se puso al frente de la coordinación de los equipos de búsqueda y rescate, que
en breve pasarán a ser de reconstrucción, y ofreció toda la colaboración del
gobierno federal. En un gesto que en Europa sonaría a chino, facilitó a los
gobernadores el teléfono directo del despacho oval, de tal manera que si alguna
agencia u organismo federal, o empresa o quien fuera ofrecía resistencia alguna
ante una actuación necesaria le llamasen, para que él mismo obligara al díscolo
a volver al redil. También fueron ayer muy comentadas las
declaraciones del gobernador de Nueva Jersey, el estado más afectado por Sandy,
que tras haber estado reunido con el Presidente le dedicó un montón de elogios
por su papel ante la crisis. Y esto es muy importante porque Chris Christie,
que así se llama el gobernador, ha sido durante estos últimos cuatro años uno
de los mayores azotes republicanos contra Obama, su figura, su presidencia y
cualquiera de sus medidas políticas. Tan insistente ha sido que incluso llegó a
sonar como posible candidato republicano al inicio del proceso de primarias.
Ayer, preguntado por los medios sobre si sus declaraciones iban a resultar
perjudiciales, afirmo rotundamente que lo único que le importaba en ese momento
era el bienestar y la seguridad de los ciudadanos de su estado, y que Obama
estaba haciendo lo que tenía que hacer, y que el resto era política y no
interesaba a nadie en lo más mínimo. ¿Se imaginan ustedes algo así en España?
¿Es posible imaginar que un presidente de una CCAA de un partido y el
presidente del gobierno, de otro, llegasen a un acuerdo en minutos ante un
desastre y se elogiaran mutuamente? No, yo al menos no soy capaz de imaginar
esa escena, porque la realidad nos dice que aquí cada uno trataría, en la
medida de lo que pudiera, de arrimar el ascua a su sardina, aprovechar el
desastre de la manera más ventajosa posible para sus intereses y tratar de
endiñarle el muerto (a veces literalmente) al contrario. Muestra de esta
patética mentalidad es que de mientras los medios de comunicación españoles ya
ayer especulaban sobre a quién beneficiaría el paso de Sandy de cara a las
elecciones del Martes que viene, Obama y Christie daban una lección de
profesionalidad, seriedad y trabajo en beneficio de su comunidad, lo más
importante en ese momento.
Obviamente este comportamiento también lleva consigo un
sentimiento de unidad entre los norteamericanos que está a años luz de lo que
vivimos en España o en Europa. Ellos saben perfectamente que unidos son más,
que juntos son más, y que gran parte de su grandeza y poder como nación
proviene de esa férrea unidad entre diversos (et pluribus unum es el lema de su
escudo). Mientras, en España no dejamos de perder el tiempo en bizantinas y
absurdas discusiones separatistas y en Europa no logramos que el germen de la
unidad anide en medio de unas naciones cada vez más separadas y egoístas.
Recuerden esto cada vez que traten de comparar algún aspecto de eso que
llamamos “Unión Europea” y los EEUU. En otras cosas no se, pero en esto somos
incomparables, para desgracia nuestra.