A las tres de la mañana, horario español, se ha celebrado el
primero de los tres debates electorales entre Obama y Romney, candidatos a la
presidencia de los EEUU, en unas reñidas elecciones que tendrán lugar el Martes
6 de octubre, en apenas un mes. Siguiendo la tradición local, se celebró en un
recinto universitario, en este caso en Denver, y con un auditorio lleno de
público que observaba el enfrentamiento. Hora y media de mano a mano en un
primer encuentro, centrado en política nacional y economía.
Antes de la cita las encuestas daban un ligero margen de
ventaja a Obama, y es evidente que tras las últimas equivocaciones de un
candidato Romney bastante torpón era necesario que pisase el acelerador en
estos debates de cara a poder recortar esa ventaja que lucen el actual
presidente. No he visto el debate, y eso que me lo he pensado, pero al final no
lo he hecho, por lo que tendré que recurrir a los comentarios de la prensa al
respecto y, consultando tendencias dispares, parece que el ganador del mismo ha
sido Romney. Así El
mundo habla de un Romney que revive mientras que El
País resalta que tomó la iniciativa en todo momento y que Obama, quizás en
un exceso de confianza, no llegó en ningún momento a liderar el encuentro.
Ahora habrá que leer artículos y reflexiones más sesudas, y ver el impacto en
los sondeos electorales que allí se realizan, pero parece que Romney ha logrado
aprovechar la única opción real que le queda de cara a mantener en pie su
campaña con posibilidades de victoria. Un error en los debates, una frase fuera
de contexto, algo que permita a sus adversarios explotar las debilidades que ya
ha mostrado en estas semanas, y su imagen quedará tan tocada que difícilmente
podrá ya remontar. Obama se encuentra en una posición inversa, partiendo con
una cierta, pero débil ventaja, y habiendo demostrado de sobra su capacidad
oratoria y de argumentación, parece haber optado por un perfil bajo con el ánimo
de minimizar pérdidas, asumiendo plenamente la teoría de que el debate es el
arma del aspirante y el enemigo del vencedor. Sin embargo las informaciones
coinciden en un aspecto que no me esperaba, y es el hecho de parecer que Obama
hubiera acudido al debate desganado, desmotivado, como si ya lo diese por
ganado y no requiriera un esfuerzo extra, y esa puede haber sido la causa de
que la imagen de la derrota, o al menos de la estar a mercede de su
contrincante, haya sido la que ha calado entre los medios. Es un error
frecuente y muy peligroso dar las cosas por hechas antes de que así sea, y el
exceso de confianza en la victoria lo único que esconde son amargas derrotas.
Envalentonado ante el éxito parcial, la campaña de Romney se relanzará y en los
próximos debates es muy probable que adopte la misma estrategia que le ha
llevado al éxito. Por el contrario, la campaña de Obama queda algo debilitada,
es necesario replantear algunos aspectos y, evidentemente, Obama debe cambiar
de actitud de cara a los dos próximos debates, en los que debe salir a ganar, a
aplastar a su contrincante y a convencer al elector, que se encuentra muy
dividido, confuso y sn saber muy bien por quién decantarse. La coyuntura
económica juega a favor del aspirante, dado el circo financiero que se vive en
España – Europa y los efectos que eso puede tener en la economía
norteamericana, y Obama perderá si creer que sin esforzarse la reelección está
ganada.
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