martes, octubre 23, 2012

Roubini en Madrid


Ayer tuve la oportunidad de poder asistir a la conferencia que Nouriel Roubini ofreció en Madrid, una charla centrada en el euro, sus problemas y su futuro. Roubini es todo un personaje. Economista y académido de trayectoria, se hizo famoso cuando, en medio de la abundancia, predijo la crisis subprime y el desastre que vendría después. Apodado como “Doctor Doom” (Doctor muerte, en plan villano de película) por sus agoreras previsiones, que suelen cumplirse, Roubini ha sabido sacarle partido a la coyuntura. Ha montado una consultora de alcance internacional, se forra con conferencias como las de ayer y lleva un lujoso tren de vida desde su espectacular ático de Manhattan

Es difícil resumir el contenido de la exposición de ayer, dada su densidad. Esencialmente Roubini hizo una descripción de los problemas que afectan hoy en día a la eurozona, poniendo especial hincapié en el hecho de que es una zona económica que camina hacia la fragmentación real, tanto en los mercados financieros como los de servicios. La situación es grave, y precisamente esa gravedad ha permitido que los líderes europeos se den cuenta de que una unión monetaria por sí sola no sirve para nada y está abocada, antes o después, al fracaso. Considera Roubini que esta lección es la más positiva e importante de todas las que puedan extraerse de lo que está sucediendo. La unión monetaria debe complementarse con cuatro uniones más que le den sentido y estabilidad, que son la bancaria, la fiscal, la política y la económica. Cada una de ellas supone un grado de integración mayor que el anterior y, por lo tanto, un esfuerzo adicional. Durante la segunda parte de la exposición Roubini se dedicó a describir cada una de estas cuatro uniones, destacando que sería necesario para poder llevarlas a cabo, que sacrificios implicarían en, entre otros asuntos, cesión de soberanía nacional y legitimidad, y cuáles son los obstáculos prácticos que impiden avanzar hacia ellas. El panorama que se podía deducir de la exposición es que, a medio plazo, si no se avanza en estas cuatro líneas de integración, la unión monetaria colapsará. A corto plazo las tendencias disgregadoras de las que hablaba al principio pueden ser controladas con un compromiso de equilibrio entre el centro de Europa, acreedor, que exige el cobro de sus deudas y la austeridad, y el sur de Europa, endeudado, que reclama una mutualización de esa deuda y el apoyo financiero del centro para no caer en una depresión por culpa del exceso de austeridad. Según Roubini, países como España no tienen alternativas a las políticas de austeridad, deben ejercerlas sí o también, pero a un ritmo y con unas componentes distintas a las actuales. Tras las noticias conocidas ayer sobre la revisión del déficit español de 2011 que ha hecho públicas eurostat, situándolo en un terrible 9,4%, nadie puede creerse que España pueda alcanzar el objetivo pactado del 3% en 2014, y eso debe ser revisado. Además, en un momento en el que el sector privado sigue con su proceso de desanpalancamiento (reducir deuda) a toda velocidad, una actuación idéntica por parte del sector público no hace sino hundir aún más la demanda y convertir la recesión en depresión. Por ello abogaba Nouriel porque se estableciera un acuerdo de compromiso entre las naciones europeas para mantener la senda de consolidación fiscal pero con un calendario mucho más razonable, creíble y que permitiese levantar la cabeza a las hundidas economías europeas. Sobre el rescate, lo juzgo inevitable, aunque no sabe cuando se producirá, y afirmó que si está bien diseñado será bien visto por los mercados. A preguntas del público, se negó a creer que Alemania esté interesada en destruir el euro, porque ella sería una de las perjudicadas al no poder cobrar sus deudas y ver su nueva moneda muy revalorizada.

Un detalle de la conferencia, de una hora aproximada de duración, que no puede dejar de señalar es que Roubini apenas usó notas en su exposición (alguna perdida mirada se le escapó al atril, pero muy contadas) y no usó powerpoint. En estos tiempos en los que muchos conferenciantes se limitan a leer lo que se proyecta en la pantalla, ayer los asistentes tuvimos la oportunidad de volver al tiempo añorado en el que una persona que sabía mucho de lo que hablaba te lo contaba, sin más ayuda que su inmensa capacidad didáctica y la solvencia de su argumentación. En ese aspecto, y no sólo por el sustancioso contenido, también la conferencia de ayer fue todo un espectáculo, y mereció mucho la pena poder estar presente y aprender.

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