La USADA, la Agencia de Estados Unidos para la lucha contra
el dopaje, ha hecho público un informe de cerca de mil páginas en el que
investiga la conducta de Lance Armnstrong y su equipo, el US Postal, durante la
época en la que reinaron en las carreteras de todo el mundo. Las conclusiones
son demoledoras, y ahorran 999 páginas de análisis. Califica al US postal como,
literal, “la
mayor y más sofisticada trama de dopaje en la historia reciente del deporte”
y describe minuciosamente los hechos que, numerosos testigos mediante, soportan
esta dura afirmación. O mucho me equivoco o este será el largo epitafio de la
tumba deportiva de Lance.
Y ante esto, que quieren que les diga, me sale la vena
rebelde y contracorriente, y no puedo evitar calificar todo esto como una
hipocresía de tamaño equivalente a las mil páginas del estudio. Lance ganó,
arrasó, durante siete años en el Tour de Francia, y durante esos años, siete,
nadie fue capaz de probar que tomaba sustancias dopantes de ningún tipo. Nada.
Análisis, contraanálisis y pruebas varias dieron negativo, por lo que las
victorias le fueron concedidas y, sostengo, no pueden serle arrebatadas. Junto
a él corrieron muchos ciclistas que sí dieron positivo en las pruebas a las que
les sometieron, y fueron descalificados de esa o de otras carreras. Revolver
ahora lo que sucedió aquellos años no tiene ningún sentido, entre otras cosas
porque si miramos las clasificaciones de aquellos Tours el porcentaje de
corredores ya descalificados por dopaje supera a los que, en teoría, corrieron
limpios. En definitiva, algo absurdo, sin sentido y carente de lógica. Lo que
sucede con Armstrong y con el ciclismo es una hipocresía tremenda, y se la voy
a explicar de la manera más clara posible. ¿Se dopó Armstrong? Sí, claro, y con
él todos los corredores que participaban en las carreras, algunos más y otros
menos, algunos de manera más sofisticada y otros de forma más burda. Pero
también se dopó Indurain cuando ganó sus cinco Tours, y Romminger, y tantos y
tantos ciclistas que tienen un palmarés admirable.. y desde luego se doparon y
se dopan a diario deportistas de élite conocidos e, incomprensiblemente desde
mi punto de vista, admirados en todo el mundo. Lo que ocurre es que el ciclismo
es un deporte practicado por u grupo de “pringados” que no tienen poder
mediático ni económico, y el deporte en sí mismo genera unos ingresos muy
bajos, menores día a día, por lo que las agencias antidopaje pueden actuar
libremente, hacer los controles que deseen a la hora que quieran y pillar lo
que haya. Sin embargo, en otros deportes de élite, como el baloncesto, el
fútbol o el atletismo, los que lo practican hace tiempo que fueron elevados a
categorías para las que el término Dios se queda corto, generan unos ingresos
publicitarios de dimensiones mareantes y sus equipos y clubes son inmensas
máquinas de poder, presión y generación de caja, y eso los hace intocables. ¿Se
dopan Messi o Ronaldo? Por supuesto, y Usain Bolt también, pero si un análisis
les sale positivo, por error de la planificación del equipo y entrenadores, no
se preocupen, que ya desaparecerá el análisis y, si es necesario, el
laboratorio entero. No quiero decir con todo esto que esté a favor del dopaje,
no, sino que estoy en contra de la hipocresía de que sólo se controle a unos
deportistas y a otro no, y que unos sean vistos como drogadictos y otros como
héroes cuando todos ellos recurren a sustancias ilegales para alcanzar
registros que, de otra manera, no serían posibles. Bolt siempre correrá más que
yo, aunque me ponga ciego de sustancias frente a él, pero los records, que
valen muchos millones, no se alcanzan comiendo espaguetis.
Además, en deportes como el fútbol, que hace tiempo a mi
entender que se convirtió en un zafio negocio de masas, existe una barra libre
absoluta en los comportamientos privados de los que lo practican que les exime
de todo control social, con tal de que el Domingo metan goles. Ayer se
publicaron unas jugosas declaraciones de un exguardaespaldas de Messi en las que,
sin citar nombres, relataba
algunas de las orgías y otro tipo de comportamientos antideportivos que
jugadores del Barça practicaban sin disimulo alguno a sabiendas de su
invulnerabilidad. Estos comportamientos son generalizados en el mundo del
fútbol y en otros deportes, sabidos por muchos y ocultados para que el negocio
no se resienta. Deplorable, pero no se preocupen, Armstong será lapidado en la
plaza pública de los medios y Messi, Cristiano y otros tantos vitoreados
nuevamente.
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