martes, octubre 09, 2012

Ángela Merkel en Atenas


Seguro que se acuerdan de lo mucho que hablamos y comentamos al respecto de la vista que Ángela Merkel hizo a España hace casi ya un mes, a principios de Septiembre. Tras tanto ruido mediático poco ha trascendido de aquello, sobre todo de lo que se habló en privado entre ella y Rajoy. En público Merkel dedicó palabras elogiosas al proceso de unión bancaria europea y al esfuerzo de consolidación de España y le animó a seguir ese rumbo, y ha sido luego, en foros alemanes, donde Merkel ha expresado críticas y reticencias a la postura española y a los acuerdos europeos de finales de Junio.

Es probable que ese mismo guión se repita hoy con la visita que la canciller realiza a Atenas, pero es seguro que todo lo demás será muy distinto. Y es que esta visita es muy especial, y no sólo por ser la primera que Merkel realiza a Grecia desde que empezó esta pesadilla de crisis financiera europea, sino por el riesgo de confrontación que existe por parte de la población griega frente a quien ven como la persona que les ha impuesto los ajustes tan duros que soportan en su día a día. Atenas se encuentra en estado de máxima alerta ante el viaje de Merkel, con miles de policías desplegados por las calles en previsión de incidentes, establecida la prohibición de manifestarse en todo el día y con gran parte del servicio de transporte público suspendido para evitar que afluencias de manifestantes colapsen el centro. Es como si el país, en medio de una revuelta, se preparase para la visita del cónsul imperial para tratar de secuestrarlo. En medio de un escenario tan peligroso, la propia visita no está exenta de tensión. Grecia solicita un aplazamiento de los plazos de devolución de los rescates y del proceso de implantación de las reformas acordadas, estando como está la economía del país sumida en una depresión absoluta, pero a su vez son los fondos que proveen esos rescates los que permiten que Atenas pueda devolver los intereses de su deuda y le impiden declararse en una total bancarrota. En la reunión de Merkel con Samaras, primer ministro griego es casi seguro que ella conminará a que le país no se desvíe de los acuerdos de rescate, primero y segundo, mientras que Samaras tratará de conseguir prórrogas que den más tiempo a la economía griega y a su propio gobierno, sustentado por un acuerdo a varias bandas que, a medida que pasan los días, se muestra más vulnerable ante la presión popular. De fondo estará el inevitable runrún que se escucha desde hace meses sobre el abandono de Grecia del euro, lo que supondría para el país una catástrofe absoluta y una conmoción para Europa y el resto del mundo. Esa idea es una especie de arma de destrucción masiva que, paradójicamente, puede ser esgrimida por ambas partes. Por los griegos como si fueran unos kamikazes suicidas, para amedrentar al resto de Europa, y por Merkel como castigo máximo que puede imponer al país, considerándolo como un lastre para la Unión y usando la expulsión del euro como gran arma en caso de incumplimientos. En todo caso resulta evidente que este encuentro no será nada agradable para ambas partes, y que la tensión será muy elevada. Luego en rueda de prensa conjunta seguro que abundan las buenas palabras de comprensión y ayuda mutua, pero de puertas a dentro hoy se va a vivir una jornada muy dura en las oficinas del gobierno griego. Hay una amplia sensación de hartazgo mutuo entre ambos dirigentes y países, los unos considerados vagos y tramposos por los otros, los otros considerados rígidos y avasalladores, y así es difícil que algo serio y productivo salga adelante en el encuentro.

Y la calle griega… está que arde. El simplismo y el maniqueísmo, del que tan aficionados somos los españoles en nuestro día a día, juntado con el resentimiento histórico de los helenos respecto a lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial hace que identificar a Merkel con un nuevo Hitler sea un chiste fácil y muy recurrido. Veremos imágenes de enfrentamientos, protestas y disturbios más o menso intensos, pero que esperemos que no vayan a más. En todo caso el ciudadano tampoco espera mucho de esta reunión, viendo como el país se encuentra en un atolladero de imposible solución. A ver que sucede hoy en las calles de Atenas.

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