lunes, octubre 08, 2012

Hugo Chávez vuelve a ganar


Parecía que esta vez sí era posible, que un nuevo candidato, Enrique Capriles, joven e impulsivo, había logrado unir a al dispersa oposición venezolana y que iba a ser capaz de derrotar a Chávez, pero no, otra vez no. Chávez ha ganado las elecciones más complicadas a las que se ha enfrentado tras catorce años de mandato y, si su enfermedad lo permite, estará al frente del poder en Venezuela otros seis años más, dejando a la oposición en la cuneta dolorida y frustrada nuevamente. Esperaba la derrota del caudillo como una vía para poder solucionar los problemas de Venezuela, pero me temo que tendré que seguir esperando.

Y es que ese país latinoamericano, pese a ser portada en los medios casi en exclusiva por las brabuconadas y esperpentos que organiza su presidente, vive una grave crisis económica y social, endémica desde hace muchos años, y frente a la cual el chavismo, el régimen, no ha hecho más que extender su discurso de aires libertarios y marxistas, pero sin llevar a cabo política alguna que realmente arregle los graves problemas de la nación. En un país rico hasta decir basta en recursos naturales, y con una producción de petróleo inmensa, los ingresos derivados de las exportaciones de crudo se dedican en su mayor parte a subvencionar productos de consumo diario y a financiar el aparato de propaganda del régimen. Así, al economía presenta unos precios que nada tienen que ver con el coste real de producirlos, las divisas se evaporan nada más ser obtenidas y la pobreza de la clase media es cada vez mayor, siendo seguramente el porcentaje de población que vive a cuenta de los subsidios el más numeroso de todos. Pese a venderlo como socialista y de izquierdas, esta es la actitud que han desarrollado muchas dictaduras para mantenerse en el poder. Sin ir más lejos ya lo hacía franco en España en los setenta con los subsidios a la gasolina, idea lunática que sólo sirvió para que la crisis petrolera de esa década llegara más tarde a España y fuera más cruda y persistente. El amigo iraní de Chávez también lleva a cabo medidas muy similares, y ambos necesitan para mantenerse en pie y sostener esa red de subvenciones un petróleo caro y tenso, como el que se vende ahora en los mercados, que no baja de los 100 dólares. Si bien Irán, tras el embargo a sus exportaciones petrolíferas, se enfrenta a un dilema financiero que puede ser la puntilla al régimen de los ayatolás, Venezuela no ha visto en ningún momento restringidas sus exportaciones, ni siquiera las que tienen como destino al enemigo norteamericano, que es tan odiado en público como agasajado en privado a base de miles de barriles. Con esos ingresos sostenidos Chávez alimenta a parte de la nación y le hace creer en la riqueza y proferidas de su país, y es en ese caladero en el que el presidente pesca sus votos y, arropado en la imagen de caudillo salvador, saca sus mejores resultados. La demagogia, la teatralidad de sus apariciones no son sino una manera muy burda de populismo, que sin el soporte financiero del petróleo se quedarían en hueco humo. La oposición lleva años denunciando esta práctica que, además de irreal e improductiva, no hace sino sumir al estado en una corrupción salvaje, dados los flujos de dinero que se mueven entre las instituciones que son controladas por completo por Chávez y sus afines. Sin embargo, parece que a la hora de votar el ciudadano venezolano es agradecido al régimen que le da dinero pese a que le quite libertad y, nuevamente, ha depositado su confianza en un personaje histriónico y autoritario como Chávez. Una mala noticia para el país.

Además de todos estos problemas, Venezuela se enfrenta a uno que no es muy conocido pero que la desangra, literalmente, y es la violencia de bandas que se ha instalado en Caracas y otras localidades, que causa decenas de muertos al mes entre la población joven, y que se ha convertido en un auténtico cáncer social en muchos de los distritos de la capital, frente a la que el chavismo ni ha sabido ni querido hacer nada. Hoy Chávez estará exultante, y tiene motivos para ello, pero mañana tendrá en sus manos un poder inmenso con el que debe arreglar su país, o hundirlo definitivamente en el marasmo y la corrupción. Salud mediante, el destino de los venezolanos está en sus manos.

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