lunes, junio 26, 2017

Fuego a las puertas de Doñana (para MAA)

Hace una semana me refería al fuego criminal y asesino que mataba y destruía en Portugal y Londres. En aquellos días, ante la catástrofe portuguesa, fueron varias las voces que se alzaron para decir que en España estamos más preparados ante los incendios y que nuestros sistemas de vigilancia, prevención y extinción son de los mejores. No soy experto en la materia, por lo que no opinaré al respecto, pero lo que sí reclamaba cuando hoy estas palabras era prudencia, prudencia porque un incendio, provocado o no, tiene un comportamiento caótico e imprevisible, y si todo se pone en contra no hay medio que sirva para atajarlo.

Siete días después, la tragedia forestal se vive en nuestro país, y a las puertas del Parque de Doñana, uno de los espacios naturales míticos cuya supervivencia siempre se encuentra bajo amenazas de todo tipo. El fuego comenzó en la noche del sábado, mientras yo asistía en Madrid al final de fiesta de las nueve novenas organizado por el CNDM en el Auditorio y aledaños, y si allí los urbanitas contemplábamos fuegos artificiales para despedir el espectáculo musical, en Mazagón y alrededores era fuego de verdad lo que los aterrados vecinos contemplaban desde sus casas, llamas violentas, agitadas por un viento racheado y cambiante que las hace bailar sin orden ni concierto, saltando de copa en copa y extendiéndose en múltiples frentes sin que el trabajo sin descanso de cientos de profesionales y voluntarios sea capaz, por el momento, de perimetrar el fuego y, aún menos, controlarlo. La zona, que no conozco, ofrece por las imágenes un paisaje lleno de pino mediterráneo, de estrecho y resinoso fuste y ancha copa, que arde con facilidad cuando el fuego le alcanza. Parece un paisaje relativamente llano y muy humanizado, por lo que los medios terrestres no tienen muchas dificultades para acceder a los focos del fuego y montar, en su caso, cortafuegos o barreras que traten de páralo. Es el viento el enemigo, el que lo está complicando todo y hace que la lucha sea, por momentos, estéril. Y luego está el miedo de los ciudadanos, miles de personas en una zona de localidades turísticas no pequeñas, y que a estas alturas del año ya a cogen a miles de visitantes, con el atractivo de las playas, dunas y el bosque que ahora arde ante sus ojos. El miedo de muchos residentes, agudizado tras lo visto en Portugal, que se convierte en histeria cuando se anuncia el cierre de carreteras y el consiguiente aislamiento de localidades que, remansos de paz hasta hace unas horas, se convierten en prisiones rodeadas por el fuego. La propia Mazagón o Matalascañas han estado, por algunas horas, bloqueadas, con las entradas y salidas cerradas y todo tráfico suspendido para evitar que suceda cualquier tipo de desgracia. Y hay que reconocer que, de momento, no ha habido heridos ni fallecidos en este desastre, lo cual es muy meritorio, dado como señalo la cantidad de gente que reside en ese entorno y los cientos y cientos de personas que trabajan contra el fuego, en condiciones de una dureza difícil de imaginar, arriesgando sus vidas en cada momento y, en muchos casos, a merced de su pericia y la suerte. Hace una semana eran esos bomberos y otros profesionales los héroes en Portugal. Hoy son otros bomberos, la UME, protección civil, voluntarios, pilotos de aviones y helicópteros, y muchos otros, los héroes a los que debemos apoyar y rendir nuestra más sincera admiración. Es durísimo y muy peligroso el trabajo que están desarrollando, e inmenso el mérito que contraen al llevarlo a cabo.


Frente a esos héroes, los malvados que, probablemente, estén detrás de este y de otros incendios. Es pronto para hablar de las causas, pero se comenta que el término “provocado” circula por muchas bocas en el entorno del desastre. Si es así, me da igual la causa, sea agrícola, inmobiliaria, imprudente, venganza o el argumentario que quieran utilizar. Todo incendio es un desastre, un atentado a la naturaleza, al patrimonio y a la vida de la zona en la que se desarrolla, el más cruel y letal atentado que imaginarse uno pueda. La justicia sigue sin perseguir ni castigar como es debido a los autores e inductores de estos desastres, algunos de los cuales debieran pasarse el resto de sus vidas encerrados, viendo que es ese el largo tiempo que necesita la naturaleza para tratar de regenera las heridas que se le han hecho.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias David por tu apoyo, hemos pasado un fin de semana infernal, con el miedo de perderlo todo.
Las llamas han pasado muy cerca, pero gracias a toda la organización, voluntarios, bomberos, militares, guardia forestal, etc... No debemos lamentar perdidas humanas. Ya veremos que ocurre con los habitantes del bosque, me consta, que ha habido algunos rescates también, liebres, linces, caballos, etc...
Personalmente, me he dado cuenta de que al final, me importaba muy poco perder lo material, a pesar de ser evacuados dos veces hemos conseguido ser "felices" dentro de toda esta catástrofe, nuestra familia, vecinos, amigos, conocidos, turistas... Todos estábamos a salvo de las llamas y lo celebramos sentados en el suelo, sin nada, solo nosotros y nuestra comunidad.

David Azcárate dijo...

Gracias a vosotros por mantener ese espíritu en medio de la devastación. Ahora toca reconstruir lo destruido, con mucha paciencia y trabajo. Todo el ánimo y apoyo del mundo para esa tarea ya no tan visible en los medios, pero tan necesaria.