martes, junio 13, 2017

La moción espectáculo de Pablo Iglesias

Con la que se desarrollará hoy, a partir de las nueve de la mañana en el Congreso, serán tres las mociones de censura celebradas en nuestra democracia, todas ellas de idéntico resultado, su rechazo y permanencia del gobierno que se pretendía derribar, pero de distinto alcance y significado. En 1980 fue el PSOE de Felipe González el que trató de derribar a un gobierno de UCD que empezaba a mostrarse de muchas maneras, pero ninguna unida. En 1987Antonio Hernández Mancha encabezó una moción del PP contra un gobierno del PSOE en el apogeo de su poder. La primera moción fue muy útil para los socialistas, la segunda nefasta para los populares.

¿A cuál se parecerá la de hoy de Podemos? Buscan desde luego acercarse a la primera, pero corren serio riesgo de acabar como la segunda. El dominio y sentido del espectáculo de Iglesias y su corte es innegable, pero tras un buen rato de fuegos artificiales el público empieza a cansarse, y Podemos hace tiempo que no deja ver nada más que operaciones de marketing, algunas de ellas brillantes, todas impactantes, pero tan llamativas como vacías. El liderazgo absolutista que encarna Iglesias en su formación, muy a tono con los postulados leninistas que tanto adora y que fueron marca de la casa de los regímenes soviéticos, ha impedido cualquier tipo de propuesta que se salga de los cauces establecidos por el líder y su camarilla, lo que le ha encerrado en una visión de la sociedad cada vez más sectaria y errada. Frente a los problemas de la sociedad española, de su economía y vida, que son muy grandes, Iglesias no ha propuesto en estos tiempos nada más que grito, ira y encono, y así es como es visto por la mayor parte de la sociedad. Ha logrado convertir su movimiento transversal en un claro frente de ultraizquierda, y su valoración personal es la más negativa de entre todos los líderes políticos, y vean el mercado que hay para escoger. Por ello, con este movimiento de moción de censura, busca Iglesias adquirir ante la sociedad española la imagen de presidenciable, la de alguien que puede encarnar el cargo y asumirlo con responsabilidad, sosiego y propuestas de cambio. Que al final del debate ese carácter institucional de Iglesias haya aumentado o no es el principal de los aspectos que deberemos analizar de lo que hoy suceda en el Congreso, más allá de la bronca y las anécdotas, que a buen seguro serán numerosas. Por de pronto, los votos de apoyo que va a recibir la moción son, en cierta manera, abrazos envenenados para el electorado. Compromis, la rama valenciana, finalmente se suma, cosa que era previsible, pero contar con el respaldo de Bildu y ERC es, como mínimo, salir de viaje con compañeros incómodos. La presión del independentismo catalán, de esos oprimidos encarnados por el millonario Guardiola, será uno de los argumentos de debate que hoy aparecerá en todo momento en el Congreso, y el partido de Rufián, que usa la palabra democracia todo el tiempo, pese a no ser capaz de emplearla, es visto por el electorado moderado como un grupo de exaltados que amenazan con la sedición de parte del país. El discurso de “la mayoría social” a la que tanto apelan Iglesias y los suyos nada tiene que ver con el delirio independentista de una parte de los catalanes o las propuestas económicas nacidas de un radicalismo extremo que sólo conducirían a la ruina. Iglesias, que no es tonto, lo sabe, pero atrapado entre el dogmatismo de su discurso y la necesidad de ganar elecciones para no convertirse en irrelevante debe escoger. Hoy es uno de esos días en los que se enfrenta a ese dilema.


Enfrente, un gobierno del PP que vende estabilidad como solución a todos los males, que ha sido el más votado entre todos los partidos por la falta de alternativas que estos ofrecen y la incertidumbre que provocan, y que muestra flancos muy fáciles para ser atacado, como son sus corruptelas, su dejadez y la nula ilusión que produce en la sociedad. Elegido como mal menor, es muy probable que Rajoy actúe en la moción para, a su estilo, castigar a Iglesias delante de todo el hemiciclo, sabiendo que Podemos está en una fase descendente según marcan las encuestas y que, probablemente, la ventana de oportunidad de la que disfrutó Iglesias se ha cerrado. Pero más allá del artificio muto no espero mucha cosa de la sesión de hoy, un nuevo espectáculo de la mano de Podemos Productions. Mucha algarabía para nada

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