jueves, agosto 16, 2018

El derrumbe del puente Morandi en Génova


Quizás sean los puentes la obra de la ingeniería que más fascina. Los túneles parecen también muy difíciles de construir, pero no los vemos en su totalidad y, por definición, las inmensas obras necesarias para construirlos suceden de manera oculta. En los puentes no. Todos hemos visto construir alguno, pequeño o grande, y maravilla la forma en la que los tableros, pilares y demás estructuras son erguidas, venciendo a su propia fuerza de la gravedad, logrando autosostenerse y soportar el peso de los que por ellos pasan. Son logos científicos y, en muchos casos, obras de arte.

Los puentes también se caen. Si no se les dedicara un mimo y mantenimiento continuo, todos lo harían, porque la gravedad no cesa de realizar su trabajo de tiro hacia el suelo. Cuando un puente se cae la catástrofe anda cerca. No son demasiados los casos habidos en estos últimos años, pero es evidente que con el número de puentes crecientes que hay en nuestro mundo, y de unas dimensiones cada vez más asombrosas, el riesgo existe. A media mañana del 14 de agosto, en medio de una fuerte tormenta, se desplomó el puente Morandi en Génova, obra que surcaba parte de la ciudad y que formaba parte de la autopista A10, que enlaza la costa azul francesa con Milán, pasando por la ciudad portuaria. No conocía esa obra, no me sonaba su estructura y forma cuando vi las primeras noticas que anunciaban el desplome, pero su dimensión, enorme, y el más que concurrido tráfico que se supone albergaba hacía temer lo peor. Y ese “lo peor” se cifra ahora mismo en cerca de cuarenta muertos, una ciudad colapsada, un país en shock y un montón de preguntas que se lanzan entre la incredulidad y el desasosiego. ¿Era seguro el puente? Esa es quizás la más importante de todas, y no esperen respuesta alguna por mi parte, porque ni soy ingeniero ni especialista en estos temas. Hay multitud de artículos por ahí que relatan como las estructuras de Morandi, el ingeniero que lo diseñó han sufrido una mala vida y peor destino tanto por los materiales empleados como por el inadecuado diseño de las mismas. ¿Estamos ante un desastre previsible? No me arriesgaré a afirmar algo así sin saberlo con certeza, porque los accidentes de este tipo se parecen bastante a los de la aviación. Normalmente no falla un solo punto de la estructura, sino que se producen una serie de fallos concatenados que acaban haciendo mella en el puente y lo condenan al colapso. El estado de la cimentación, las obras de reforma que se hicieron en el pasado y que se estaban desarrollando en la actualidad, los materiales que se utilizaron en su momento para levantarlo y los que se han ido añadiendo con el tiempo, el diseño de reparto de cargas y el de la estructura en sí.. todo deberá ser analizado por los técnicos en un proceso de carácter muy forense que tendrá que dar respuestas a lo sucedido, y en función de ellas, podremos establecer acusaciones a la empresa concesionaria de la autopista, al gobiernos regional o nacional, a las ingenierías y constructoras implicadas en todas las obras que se hayan desarrollado en el puente en los últimos meses y años. Lanzar acusaciones a la brava sin tener información segura es muy precipitado, y más aún cuando todavía estamos asistiendo a la recuperación de víctimas de la tragedia. Lo peor, en estos momentos de dolor, en la incoherencia y las declaraciones salidas de tono.

Y en este sentido, el comportamiento de Mateo Salvini, el ministro de interior y hombre fuerte de La Liga y el gobierno italiano, ha superado todas las cotas de la infamia. Acusar a las políticas de austeridad de la UE de ser las responsables de este desastre es tan falso como mezquino, tan erróneo como nauseabundo, y es un nuevo ejemplo del maldito populismo que nos rodea por todas partes, que no duda en usar a las víctimas de esta desgracia como munición para alimentar sus discursos falsos y cobardes. Todas las infraestructuras acabarán cayendo si no se mantienen adecuadamente, pero en manos de infames populistas como Salvini, las instituciones lo harán mucho antes gracias a su denodado trabajo de derrumbe y poda. Desgracia tras desgracia.

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