Este fin de semana y, con motivo de la próxima conmemoración del 650 aniversario de la fundación de Elorrio, había una exposición de coches antiguos en la plaza. Modelos históricos de los años 20, 30 y 40, y algunos ejemplares más modernos, de los setenta principalmente. Muchos eran ejemplares de Citroen, con un morro saltón y lanzado que, al parecer, tenía mucho éxito en la época. A mi el que mas me gustó era uno amarillo, pequeño y primorosamente conservado, cuya marca no recuerdo, pero que me recordaba mucho estéticamente el mítico Ford T, con su manivela y todo. Una joya de museo, que andaba perfectamente, como pudimos comprobar después.
Si algo ha hecho cambiar el aspecto de nuestras ciudades y, en gran parte, nuestras vidas, es el coche. Hace cien años era algo novedoso, inexistente, sólo al alcance de ricos y “snobs”, como pueden ser ahora los helicópteros y las avionetas. No había autopistas, ni áreas de servicio, ni aparcamientos. La cultura del coche no existía, simplemente. Ir de una ciudad a otra era una aventura cara, complicada y, en muchos casos, imposible. Es fascinante ver como en tan poco tiempo todo ha cambiado. El paisaje urbano (y el resto también) se han visto alterados por completo gracias a los coches. Nuestras ciudades se han convertido en un hervidero de seres metálicos que no paraban quietos, y que emiten humo y ruidos a mansalva, y la tranquilidad de muchos sitios ha sido sustituida por el caos, el atasco y un pestilente olor a azufre, humo y goma. Sin embargo, como decía antes, las ventajas del coche son tan enormes que su triunfo ha cambiado la economía y la sociedad. Primero en EE.UU., pero aquí también se puede decir que llevamos tiempo viviendo en al cultura del automóvil.
Algo que me llamó mucho la atención, viendo los modelos allí expuestos es que, en el fondo, son lo mismo que lo que conducimos hoy en día. Han cambiado los materiales, las formas y diseños, pero siguen siendo cuatro ruedas movidas por un motor de explosión alimentado pro gasolina. Sólo el ABS y todos los elementos electrónicos de los coches de hoy en día son realmente nuevos. El resto estaba prediseñado ya. Puede que dentro de unos años, esperemos que pocos, los coches de gasolina sólo existan en un museo, y que modelos radicalmente nuevos, movidos por energías limpias y silenciosas, caminen por nuestras calles. Hasta entonces, seguiremos vibrando con Fernando Alonso y con nuestro salpicadero cada vez que se da la vuelta a la llave del contacto.
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