Ayer el Presidente Zapatero anunció formalmente el inicio de las conversaciones del Gobierno con ETA. Lo hizo apurando el plazo que él mismo se había dado y que ETA, a través de su altavoz de Gara, se lo recordaba impenitentemente a lo largo de este mes de Junio. Aunque lo más importante del anuncio es el fondo, del que se puede habla mucho y asentir o discrepar (esta última es mi postura) la forma también ha tenido su aquel, empezando por el hecho de que fuese Zaplana, del PP y portavoz del gobierno anterior, el que anunciase la comparecencia ante la prensa en el Congreso, porque Zapatero habló EN el Congreso. Sí, poro no ANTE ni CON ni usó preposiciones semejantes.
Se trató de eso que se llama últimamente una declaración institucional, usado cada vez por más políticos y otros estamentos sociales, que consiste en llamar a un montón de periodistas, sentarles en una sala todos apelotonados, leer un comunicado sin salirse una coma del escrito y largarse. Ni preguntas, ni comentarios, ni sugerencias ni nada. La única variación del acto de ayer fue que Zapatero llevaba el discurso aprendido. Lo recitó, pero no lo leyó. Ahora, de preguntas nada de nada. Si yo fuese un periodista me sentiría muy frustrado en actos así, porque no sólo es que no me permitan realizar mi labor, sino es que la gran pregunta es para que voy. Si eso va a ser así que manden un comunicado a la redacción del medio y ya está. El periodista se ahorra viajes, desplazamientos urbanos en medio del calor del verano, sudores y la empresa minimiza costes, que no viene mal. A cambio, la calidad de la información será menor, claro, pero ya es ínfima con el formato actual, por lo que la pérdida sería poco reseñable. Lo ideal sería que la siguiente declaración de este tipo acabase con un plante. Se empieza, antes de que el orador diga nada, por saber si e admiten preguntas, y si la respuesta es negativa todo el mundo debiera levantarse, salir, y dejar al protagonista sin luces, focos y ego.
Hay una serie muy buena los sábados por la noche en La 2 titulada El Ala Oeste de la Casa Blanca, en la que se muestra, creo yo que de manera muy realista, el funcionamiento de una jefatura de estado, sus problemas y como se trabaja en el día a día. Un clásico de la serie y de la política americana son las ruedas de prensa del presidente ante periodistas mordaces, listos y que no soportan cortapisas ni trabas. Aquí hemos copiado la figura del Secretario de Estado de Comunicación (Moraleda, todo un tipo), el atril, el fondo y la parafernalia, pero no la esencia, la libertad y la democracia de estilo, y ya se sabe que una burda copia refuerza al original y califica al chapucero imitador.
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