Me he pasado la mayor parte del fin de semana en la feria del libro. Es un curioso espectáculo de casetas, mucha gente, churinguitos variados, sol a raudales en medio del parque y lectores ávidos más por ver a sus autores consagrados que por leer en sí. Tiene algo de hoguera de las vanidades, pero es una bonita experiencia poner la cara de verdad, animada, hablante y con ojos que te miran a las fotos de las solapas de los libros, y eso si traen foto, que algunos, la mayoría de los de bolsillo ni eso.
Pues allí andaba el sábado cuando vi a Forges en una de las casetas, firmando su obra. Forges es una dibujante de viñetas famosos desde hace muchos años. Editorializa todos los días sobre temas variados y tiene una visión de lo español cañí que roza la perfección. Sus matrimonios son como la vida real, y las entrevistas de trabajo que pinta, crueles y mordaces, son lo más aproximado que existe a esa oscuro momento que a todos nos toca. Al verlo me animé, y compré varios libros suyos. Uno será para mis padres, dedicado por él, pero otro sería para mí, y me lo dedicó, y no sólo eso. A cada uno de los que estábamos en al cola nos hacía una caricatura, un esquema de nuestra cabecita, y ahora en un libro de Forges tengo una caricatura mía con un bocadillo gordo gordo escrito por él. Cuando salí de la larga y desorganizada cola de que accedía a la firma, me emocioné al leer y ver lo que me había puesto en su página. Muchas veces el autor sólo te firma, o pone la fecha. Algunos escriben unas letras y, los menos, se esfuerzan por conocer al humilde lector. Forges se entregó en cada uno.
En al cola, delante de mí, había dos chicas más jóvenes que yo, rondando la veintena, y no de mal ver. Estaban emocionadas porque “nunca habíamos visto al tío ese que nos hace pensar y reír tanto con sus dibujos”. Cuando estábamos llegando a nuestro turno y, al ver que hacía el dibujito a todos los lectores, se emocionaron mucho, un poco como esas adolescentes que salen en al tele histéricas con sus ídolos musicales (??) Cuando un autor despierta esa sensación en el lector, ha triunfado, y su dicha es tanta como la del que se ríe y piensa con sus textos y, en este caso , dibujos. Muchas gracias, Antonio Fraguas, Forges.
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