Pues ya tuvo lugar el famoso referéndum por el no menos conocido estatuto de autonomía de Cataluña. El resultado es más o menos el previsto, bastante decepciónate por otra parte. Un holgado y claro triunfo del sí (75% frente a 20% del no y 5% de blancos, muchos blancos) en una jornada en la que hubo más gente en las playas de Barcelona que en los colegios electorales. La participación no ha alcanzado el 50%, por lo que del total de censados sólo un tercio han aprobado el texto. Quizás sea la tónica a la que nos enfrentemos en el futuro, y es cierto que si sólo votasen tres personas un 2 a 1 ganaría, pero que famélico resulta.
Después de unas elecciones todos los políticos ganan, y tras la consulta de ayer también, como no. Alegría, cócteles y canapés variados, regados con cava para celebrar u resultado, otro, o la ausencia de ambos. A mi me quedó una sensación similar a la vivida en el referéndum de la constitución europea. Una mal texto, en este caso peor que el articulado europeo, que es mayoritariamente aprobado por unos pocos en medio de la desidia y desgana general, lo que no deja de ser un fracaso para los políticos, que no han podido movilizar su voto ni el del contrario, aun a costa de usar campañas insultantes y tácticas intimidatorias. Se debiera imponer una reflexión sobre el tiempo que se ha usado por parte del Gobierno de la Generalitat en redactar y fabricar este enjendro de texto, más de la mitad de la legislatura, y en los recursos usados, y preguntarse si no hubiese sido mejor hacer frente a los problemas reales de Cataluña, presentes no sólo allí, claro. Esa empresa Braun que se va por no ser un lugar competitivo y deja a tanta gente en al calle, esos chalets asaltados y la Consejera de Gobernación reprendiendo a los vecinos por defenderse y amenazándoles con tomar medias policiales... contra ellos!!. Y así podía seguir sin límite.
Pero claro, para un gobierno, y unos políticos, resulta más interesante diseñar un instrumento que afiance su poder, sus parcelas de dominio sobre una sociedad y, sobre todo, una economía de la que poder seguir esquilmando, sacando réditos y pagando desmanes, componendas y cargos a repartir sin límite. Ayer muchos ciudadanos, la mayoría, dijeron que este texto no les sirve, no les interesa, y se fueron a la playa, para intentar huir de unos gestores que ni gestionan ni diseñan. En su lugar, yo ayer no hubiese sonreído mucho ante las cámaras de la prensa, sabiendo que los accionistas y dueños de mi empresa y mi empleo pasan de la Junta General. Será que piensan que los ciudadanos son unos molestos arrendados.
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