Ayer por la noche, el Telediario de Lorenzo Milá recordó que se cumplía el 25 aniversario del estreno de la primera película de Indiana Jones, en busca del arca perdida. Me quedé asombrado porque nunca hubiese pensado que hacía tanto tiempo de eso. Lo recuerdo como algo cercano.. Pusieron algunas imágenes y la película sigue fresca, jovial, nueva, y me hizo pensar en lo que provoca esa sensación, y en que tienen las películas de ahora que pasan tan rápido al baúl del olvido que no seremos capaces de recordarlas ni dentro de unos meses, tras el subidón de los códigos y los merovingios asesinos.
El personaje de Indiana es todo un descubrimiento. Mitad aventurero y profesor, es un individuo cercano, que vive en una casa sucia, desordenada y hecha un desastre, que tiene habilidades para la lucha, escapatoria y el uso del látigo, pero que huye como nadie, que no usa poderes extraños y pasa mucho miedo y asco en sus aventuras. Frente a los héroes de hoy en día, plagados de poderes, dotados de una superioridad abrumadora, enfrentados a villanos imperiales y usando la tecnología más moderna posible, “Indi” vive en los años treinta y cuarenta del siglo XX, época apasionante, llena de descubrimientos técnicos pero, por desgracia para ellos, ausente de los placeres que ahora disfrutamos. Eso le hace recurrir a la imaginación y, sobre todo, a sus piernas parta escapar. Harrison Ford borda un papel adorable y cínico que se lleva a todas las chicas de calle, pero que sufre más por la paliza que le han pegado que por un amor desdeñado. La genialidad de Spielberg, Lucas y la soberbia (¿cuándo no?) banda sonora de John Williams logran un producto maravilloso e imperecedero.
Ahora hay rumores de una cuarta parte, y eso me preocupa, porque hoy en día, salvo que vuelvan Spielberg y Lucas a ponerse al frente del proyecto, no conozco a nadie capaz de hacer sentir en la pantalla emociones tan puras, simples y, paradójicamente, grandiosas. Sólo los genios de Pixar han logrado personajes aventureros similares pero, ah!!!, son virtuales. En estos tiempos de descargas por Internet, ausencia de imaginación y de un mercado de películas que languidece frente al videojuego, al que intenta imitar tristemente, una cuarta mala puede arruinar una buena trilogía. A ver que ocurre, preparemos el sombreo y el látigo por si las moscas....
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