Torre Picasso brilla roja, reflejando el sol del amanecer, unos pequeños cirros se asoman al cielo, tímidos y desvalidos, y un sol enorme, sangrante, despunta en el este, anunciando otro nuevo día de luz, temperaturas primaverales y tranquilidad en el cielo. Una jornada preciosa, ideal para disfrutarla dando un paseo, admirando el paisaje o dejándose llevar por la escasa brisa de una primavera reinante. Un panorama perfecto para casi todo, excepto par algunos elementos, como el campo o los queridos embalses, que se agostan y deshacen poco a poco.
La sequía, esa señora pertinaz que asolaba España en época de Franco, no se fue con el dictador. Estaba de antes y seguirá apareciendo con más o menos fuerza durante toda nuestra vida y en los años siguientes. Antes sólo tenía efectos agrarios, y no pequeños, pero de unos cuantos años hacia aquí son las ciudades, esos mastodontes que hemos creado y de cuyas dimensiones no somos plenamente conscientes, las principales amenazadas por cortes en el suministro. La situación en la que se encuentra ahora mismo Barcelona es grave. Al parecer, si no llueve lo suficiente de aquí a Octubre, los cortes a la población urbana serán inevitables y estamos hablando de la segunda ciudad el país, con cinco millones de habitantes en su conurbación. Si llueve no hay problema, pero los gestores políticos e hidráulicos, que los separo pero a veces parece que son uno sólo, no pueden quedarse de brazos cruzados esperando a que se abran los cielos, porque sino lo hacen... Durante años se han demonizado los trasvases y se ha puesto todo el énfasis en desalar y ahorrar, políticas quizá efectivas en un ciclo de lluvia normal, incluso deficiente, pero claramente insuficientes cuando del cielo sólo caen las hojas en otoñó. Se ha llegado a tal punto que proponer trasvases parece una política de derechas y hacer desaladoras de izquierdas, cuando el agua no conoce ideologías, y menos la escasez. Yo creo que hay que hacer de todo. Hacer trasvases, y usarlos cuando sobra agua en la cuenca de origen, y preparar desaladoras en la costa, aunque en este último caso hay que estudiar bien como alimentarlas, porque consumen mucha electricidad y el santo que mojamos de agua lo desvestimos de emisiones de CO2. Sin embargo en estos últimos años hemos asistido a la parcelación de los ríos en Comunidades autónomas, provincias y villorrios, lo que me parece algo estúpido, llegándose a la paradoja que la Junta de Extremadura (PSOE) ha puesto un recurso de inconstitucionalidad al Estatuto de Andalucía (PSOE) porque este último se otorga competencias exclusivas sobre el Guadiana, o que la Generalitat de Cataluña (PSC PSOE), enemiga de los trasvases, solicite ahora uno al gobierno central (PSOE) y este se lo niegue.
Algunos datos sangrantes, o quizás mejor, chorreantes. Este pasado Marzo en Elorrio, Vizcaya, cayeron 230,6 litro s por metro cuadrado. Si en un año normal caen entorno a 1.200 litros, este mes se ha llevado casi el 20%. En Semana Santa, del 21 al 27 de Marzo, cayeron 163 litros. Los embalses del sistema Zadorra se abrieron a finales de mes porque no podían con más agua, y todo ese excedente se fue a la basura, sirviendo únicamente para inundar huertas ya encharcadas. A nadie se le ha ocurrido montar una red de tuberías para llevar excedentes de donde sobre a donde falta, ¿por qué? ¿Hay que esperar a que la gente vaya con cubos a Canaletas o Cibeles para hacer algo? ¿por qué no ahogamos a nuestros políticos, a falta de agua, en su incompetencia?. No entiendo nada.
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