lunes, octubre 28, 2013

El espionaje norteamericano y el Big Data


Esta semana los embajadores norteamericanos en Europa van a ir desfilando por los palacios presidenciales de las capitales para dar explicaciones sobre hasta qué punto han sido espiados los gobiernos europeos por el aliado de Washington. Sospecho que todo esto no será más que una representación teatral, una escenificación de una indignación impostada, pero sí que supondrá un toque de atención al espionaje de EEUU, que ha quedado demasiado en evidencia ante todo el mundo. Probablemente deba refinar sus métodos y seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, eso no lo duden, de una manera mucho más delicada y oculta.

En torno a este asunto ha surgido una gran pregunta, sobre cual es la necesidad que tiene un país como EEUU de espiar a sus aliados. Hay dos respuestas, una obvia y otra no tanto. La obvia es que en la vida real los aliados lo son de palabra pero vaya usted a saber si llegado el caso se mantienen como tales. Amigos se hacen en la escuela y en los entornos personales, pero en el trabajo y en las relaciones internacionales la palabra “amistad” no posee un contenido muy preciso ni, no nos engañemos, sincero. La otra explicación tiene que ver con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación y el procesamiento de datos. Ahora todo, voz, datos y cualquier formato que se pueda imaginar, se digitaliza, y el cable de fibra que lo transporta sólo lleva secuencias de unos y ceros, que el ordenador luego traduce a voz o a fotos de una boda. Para los servicios de espionaje la tecnología ha sido un gran aliado, pero no sólo porque ha permitido la absoluta miniaturización de sus dispositivos, sino porque ha permitido que todo lo espiable se exprese de manera digital. La otra gran revolución, en la que los norteamericanos, como no, nos llevan mucha ventaja, es la del “big data”, la capacidad de tratar enormes, gigantescos volúmenes de información, para extraer de ellos patrones, información suplementaria, contenidos que aparentemente no existen pero que a través del tratamiento masivo de los datos se pueden obtener. Se ha comentado que los sistemas de espionaje de la NSA no sólo espiaban datos de conversaciones telefónicas, sus contenidos, sino lo que se denominan metadatos, atributos de los datos originales que los identifican: Fecha, hora de inicio, hora de finalización, posición desde la que se ha llamado, interlocutor, movimientos realizados durante la conversación, geolocalización, etc. Decenas de campos asociados al dato original que permiten trazar mapas, gráficos en los que se puede observar el comportamiento del sujeto espiado, y quizás deducir tras muchas llamadas espiadas cuál va a ser el comportamiento del sujeto tras la siguiente recibida. Ordenadores inmensos sitos en EEUU tratan todos estos datos gracias a aplicaciones desarrolladas recientemente, y extraen conclusiones que serían de imposible deducción para un equipo humano que, simplemente, jamás podría leer el contenido de toda la información recopilada. Las implicaciones del “big data” en estos contextos son inmensas. El espionaje industrial, por ejemplo, podría permitir deducir cuales son los avances en las líneas de investigación que desarrollan empresas punteras del mundo del automóvil o las telecomunicaciones, por ejemplo, secretos que en pocos años se pueden transformar en miles de millones de ingresos económicos y de posición de poder en los mercados de bienes y servicios en los que esas empresas se sitúen. Por tanto, el espionaje, aunque centrado en la diplomacia y el poder, tiene también un trasfondo económico muy importante que no debemos obviar y que, no tengan dudas, también se habrá producido.

Aunque esto del big data les pueda sonar a chiste, es un asunto muy interesante que cada vez demanda más atención e inversión. Y usted lo puede comprobar día a día en su vida web. Las listas de reproducción que youtube le ofrece o el resultado de las búsquedas y publicidad de google, o las sugerencias de compra de Amazon son diferentes para cada usuario, y eso es porque, en base a la información que suministramos con cada click, la web elabora menús de ofertas distintas para buscar la máxima satisfacción posible, en función de todo nuestro historial, que ordenadores inmensos rastrean y analizan sin descanso. Créanme, el big data, o minería de datos que dicen algunos, va a ser uno de los temas del futuro cercano.

No hay comentarios: