Ayer el Banco de España hizo públicas
sus estimaciones de crecimiento económico del tercer trimestre de este año, de
Julio a Septiembre, y por
primera vez, desde el primer trimestre de 2011, el dato es positivo. Una
décima, un valor casi ridículo, pero mayor que cero. Es una buena noticia, sí,
objetiva y que debe ser celebrada, pero cogida con cuidado. La economía
española sigue siendo un grave enfermo que, tras años de dolores, quiere abrir los
ojos y ponerse a hablar, pero su estado sigue siendo comatoso. No podemos
pensar que la dolencia está superada por una bajada de la fiebre, no, pero es
algo muy bueno que eso suceda. Y puede que hoy la EPA de ese mismo trimestre
arroje un saldo de creación de empleo que también sería de celebrar. Ojalá.
Quiero centrarme hoy, más que en
el aspecto puramente económico de esta cifra y de cómo hemos llegado hasta
aquí, en la comparación con la actitud política ante este dato y lo que, para
mi, debe ser el criterio técnico, profesional y no sesgado a la hora de
valorarlo. Y la mejor manera de hacerlo es retrotraerse al pasado cercano. Si
observan la gráfica del enlace que les he adjuntado en el primer párrafo verán
que, tras el desplome de 2008 y 2009 tuvimos una recuperación liviana, que duro
desde el primer trimestre de 2010 hasta el mismo periodo de 2001. De ahí en
adelante hasta este momento todo ha sido descenso. Fue en aquella época cuando
desde las instituciones se acuñó la malhadada expresión de “brotes verdes” que
tuvo un origen internacional, pero que el gobierno de ZP que regía entonces el
país acogió con la ilusión que se otorga a los recién nacidos. Esas tasas
trimestrales bajitas, de no más allá del 0,2% eran vistas por el gobierno como
el final de la crisis y el inicio de la prosperidad, mientras que la oposición,
liderada por el PP, las calificaba de estafa, ridículas e insuficientes. Luego
esas tasas positivas se esfumaron cuando Grecia dio por inaugurada la crisis de
deuda soberana europea y todo se fue a la porra. Volvió la caída, que se llevó
al gobierno del PSOE e hizo ganar las elecciones al PP, vinieron meses de
ajustes duros, de caída continuada, de gobierno popular desnortado y
desbordado, y en julio del año pasado Mario Draghi, con su discurso del “todo
lo que sea necesario” para salvar al euro, nos quitó la soga del cuello. A
partir de ahí la situación se ha ido estabilizando y hoy tenemos un crecimiento
positivo… que es saludado por el gobierno del PP como una gran noticia y el
inicio de la recuperación, mientras que la oposición, en la que participa el
PSOE pero no encabeza, califica la cifra de, sí, sí, ridícula e insuficiente. El
mismo juego de opiniones pero en su versión especular. Los que antes gloriaban
el dato ahora lo ven infame y los que antes lo criticaban a rabiar ahora lo elevan
a los altares. Y de paso los medios de comunicación y propaganda afines a cada
uno de los bandos adoptan iguales posturas, ridículas a más no poder. El PSOE
llegó a sacar un vídeo en 2010 con un brote de planta surgiendo de la tierra como
metáfora de la recuperación que ya estaba ahí, y este Domingo era la portada
del ABC la que incurría en idéntica, e igualmente ridícula, comparación. Si
ustedes son de los que les gusta sumarse a las batallas banderizas y de
consigna, en este caso lo tienen fácil. Acudan a la mesa de su contrincante
ideológico y pídanle los bártulos y argumentarios que fueron usados hace un par
de años, cambien las siglas de los textos (PSOE por PP y viceversa, con cuidado
para no liarse) y ya puede acudir a tertulias, debates y foros de opinión con
el discurso bien armado. Evidentemente yo no voy a incurrir en ese error. Un crecimiento
positivo es bueno se produzca bajo el gobierno que fuere, uno negativo es malo,
mande quien mande, y la euforia nubla la vista de quien por ella se deja
someter.
En este sentido hay dos posturas en el gobierno
del PP muy distintas, encarnadas por dos ministros del ramo, que son el ejemplo
a rechazar y a seguir. Por un lado tenemos a Montoro, convertido en el
propagandista de la recuperación, cuyas declaraciones son más propias de un mitin
electoral que de tribuna ministerial, y por otro lado está Guindos, un hombre
mucho más discreto en lo político, alejado del aparato del partido, que no está
aquí por tener carnet ni depende de él, y que no deja de decir que el dato es
bueno, pero que hay que tener mucho cuidado, porque es frágil y puede
revertirse. No hay dos recuperaciones iguales, pero el riesgo de que esta se
frustre como la anterior es muy alto. Hagamos como Guindos, seamos prudentes y
trabajemos, y que haya suerte.
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