Desde hace algunos días hay una
noticia que se está abriendo paso en los medios de comunicación que posee un
carácter curioso y, a la vez, inquietante. El que se produzcan terremotos
muchas veces ha sido visto desde España como algo exótico, propio de zonas y
países remotos, olvidando los riesgos sísmicos que corremos, especialmente en
el sureste, en el área de granada para simplificar las cosas. El terremoto de
Lorca de hace un par de años nos sacó del ensueño y nos puso ante los ojos la
capacidad destructiva que posee un fenómeno de este tipo, incontrolable, casi
imprevisible, y que exige una anticipación para prevenirlo que desborda muchos
plazos y presupuestos. No es una broma, vamos.
Pues
bien, a lo largo de la semana frecuentes y cada vez más intensos terremotos se
han registrado en el yacimiento Castor, situado en las costa mediterránea,
más o menos frente a las provincias de Tarragona y Castellón, y a una distancia
de escasos veinte kilómetros de las turísticas playas. Los terremotos se
iniciaron a la vez que comenzó el relleno de este yacimiento con gas procedente
de la importación… ¿relleno? ¿Pero un yacimiento no está para que se extraiga
de él? Seguro que estas y otras preguntas empiezan a agolparse en su mente al
leer la frase anterior y pensar que algo no encaja. La solución es sencilla.
Sí, en un yacimiento se extrae el contenido de lo que allí se encuentre,
pensemos en lo más sencillo, una bolsa de petróleo o gas. Se pincha desde
arriba con una torre de perforación y, mediante técnicas de bombeo o presión se
va sacando el fruto deseado. Hasta ahí todo perfecto. Llega un momento,
obviamente, en el que el yacimiento se agota, bien porque no queda nada, o lo
que queda es de muy mala calidad y su valor es casi nulo. La cuestión es que
donde antes teníamos una bolsa llena de petróleo ahora tenemos una bolsa vacía.
Hace unos años a alguna de estas empresas extractoras se le ocurrió la
ingeniosa idea de volver a reutilizar ese “hueco” generado tras la extracción
para usarlo como depósito de hidrocarburos que fueran comprados en el exterior.
En vez de gastarse una fortuna en construir depósitos gigantescos al aíre
libre, esos tanques cilíndricos que vemos muchas veces, ¿por qué no usar parte
de las infraestructuras ya creadas para la explotación para el proceso inverso?
Así, el proceso de relleno se convirtió en una nueva rama de la industria
petrolífera, y han proliferado los almacenamientos de este tipo en muchos países,
aprovechando viejos yacimientos casi abandonados. En España hay varios de estos
depósitos, uno de ellos en Guadalajara y otro, que sonará mucho a mis paisanos
del norte, en frente a las costas de Vizcaya, donde antiguamente se encontraba
el yacimiento de La Gaviota, y la plataforma de idéntico nombre. En el caso de
Castor la idea era la misma, rellenando una vieja bolsa con gas que, mediante
una conducción submarina, procede de la península, con objeto de convertirse en
una de las principales reservas estratégicas de dicho combustible, pudiendo ser
usada en casos de picos extraordinarios de demanda, interrupciones de suministro
o situaciones por el estilo. Sin embargo algo parece estar yendo mal en este
proceso. Desde hace unos meses, en los que empezó el llenado de la bolsa, se
han ido produciendo leves terremotos, pero de manera incesante, con bajas
intensidades, inferiores a las que puede detectar el ser humano, pero que los
sismógrafos registran sin descanso. Parece ser que al principio no se le dio demasiada
importancia porque los movimientos eran pequeños, de magnitudes como mucho de
2, pero en las últimas semanas, con el proceso de llenado siguiendo su curso,
la magnitud no ha hecho más que crecer, y se ha registrado un movimiento de 4,2
que ha desatado las alarmas en la población y los técnicos.
¿Qué está pasando ahí? ¿Es el llenado de la
bolsa la causa de los terremotos o hay causas ajenas? ¿Hay riesgo de que la
cosa vaya a más? Las dudas y temores surgidos han obligado, de momento, a
paralizar el proceso de llenado, iniciar investigaciones geológicas que
determinen, en la medida de nuestras posibilidades tecnológicas, saber qué es
lo que pasa ahí abajo, y se
ha generado una cierta alarma social en la zona y política en el Ministerio de
Industria, tanto por el importe de inversión del proyecto como por las nefastas
repercusiones que los movimientos están generando, siendo como son una cosa
completamente incontrolable por definición. Así que de momento toca esperar,
cerrar el grifo de llenado de la bolsa, estudiar y ver qué es lo que sucede.
Interesante asunto, verdad?
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