La política italiana se parece
mucho a un plato de espaguetis, como no podía ser de otra manera. Es muy
difícil tirar de un tema y que no esté enredado con todos los demás, siendo
imposible desmadejarlo, y casi imposible no pringarse si uno entra a fondo en
el revoltijo. Los tejemanejes, alianzas y traiciones que se dan en el
parlamento romano son espectaculares, dignos sucesores de las tramas venecianas
y florentinas que en el renacimiento dieron fama ya de astutos y habilidosos
negociadores a los habitantes de la península transalpina. Hoy tenemos un día
en el que esa fama se volverá a poner a prueba y, a buen seguro, no nos
defraudará.
Sí, el día de hoy es muy importante
y, por una vez, puede acabar de una manera perfecta para casi todo el mundo.
Tras el golpe en la mesa que dio Berlusconi el fin de semana, obligando a sus
ministros a dimitir del gobierno de coalición que encabeza Enrico Letta, hombre
gris, de nombre dado al divertido juego de palabras y que se está mostrando más
capaz de lo que muchos imaginaron, la aritmética parlamentaria obligaba a Letta
a solicitar un voto de confianza en la cámara, para ver realmente cuales son
los apoyos del gobierno. En caso de ganarlo la estabilidad volvería al gabinete
pero, si se pierde la votación, el gobierno caería y las alternativas serían la
de buscar una nueva coalición de gobierno, malo, o nuevas elecciones, apenas
cinco meses después de las anteriores, peor. Este era el escenario que se
planteaba el Lunes a media mañana, originando las lógicas caídas de las bolsas
europeas y el ascenso de las primas periféricas, la española entre ellas, como
no. Así, las argucias de ese sujeto llamado Berlusconi para salvar su pellejo e
impedir que el senado le inhabilite, como reclaman ya sentencias judiciales en
firme, nos perjudicaban a todos los europeos. Mal panorama. Pero a veces, en
medio de la más oscura de las noches, se descubre el brillo de una nueva
estrella. Y así ha sucedido esta vez. La luz que puede convertir estas sombras
en esperanza se llama Angelino Alfano, número dos del gobierno de Letta, número
dos del partido de Berlusconi, desde el Sábado dimisionario del gobierno por
orden de su jefe, el mafioso, y
desde ayer traidor a la causa berlusconiana al declarar que es necesario apoyar
a Letta en la moción de confianza de hoy. Bombazo. Alfano ha dicho en alto
lo que muchos de los cargos del partido de Berlusconi empezaron a rumorear en
bajo desde el Domingo, que la caída del gobierno Letta sería un desastre para
Italia y el conjunto de Europa, que dejaría la imagen del país aún más
arrastrada, que sumiría a la economía en un caos y que, en el fondo, sería un
precio demasiado caro a pagar a cambio de la salvación de un sujeto,
Berlusconi, que si nunca mereció oropel y premio alguno, ahora empieza a ser
visto por los miembros de su formación como lo que realmente es, un cáncer para
el país, un depredador no sólo sexual, que está dispuesto a echar por la borda
a Italia con tal de salvarse él mismo, un egoísta sin escrúpulos, condenado por
delitos económicos y de orden moral, que es la imagen arquetípica de lo peor de
la sociedad italiana, de lo más zafio y barriobajero, pero que gracias a un
voto popular cautivo y al inmenso poder que posee en los medios de comunicación
sigue siendo un poder fáctico en Italia y, gracias a sus tentáculos, por no
llamarlos de manera obscena, en otros países, como España sin ir más lejos,
gracias a Mierdacinco, su nauseabundo canal televisivo. Pues bien, hoy puede
ser el día en el que Berlusconi caiga, en el que empiece, por fin, a perder su
poder, a ser derrumbado de su pedestal, a ser arrojado a la plaza pública del
oprobio, al deslegitimación y la derrota, y eso hace que hoy pueda ser un muy
buen día para casi todo el mundo, menos para él, claro.
Es muy probable que la conversión de Alfano, su
particular caída del caballo camino a Damasco, esconda razones inconfesables,
de orgullo y poder personalista, y esté sujeta a presiones que, desde el resto
del mundo, no cesen hasta que se produzca la votación, pero seamos pragmáticos,
y admitamos que bien está lo que bien acaba. El rebote intenso de la bolsa y la
bajada de prima de ayer es una señal de los mercados que prevén que Letta gane
la votación. Ojalá sea así. Es pronto para cantar victoria sobre los restos
destruidos de Berlusconi, pero hoy puede ser uno de los días más tristes de su
carrera política, y con algo de suerte, de los últimos. Atentos a lo que pase
en el parlamento romano, y que los buenos augurios se cumplan.
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