miércoles, octubre 02, 2013

¿Ha llegado, por fin, el final de Berlusconi?


La política italiana se parece mucho a un plato de espaguetis, como no podía ser de otra manera. Es muy difícil tirar de un tema y que no esté enredado con todos los demás, siendo imposible desmadejarlo, y casi imposible no pringarse si uno entra a fondo en el revoltijo. Los tejemanejes, alianzas y traiciones que se dan en el parlamento romano son espectaculares, dignos sucesores de las tramas venecianas y florentinas que en el renacimiento dieron fama ya de astutos y habilidosos negociadores a los habitantes de la península transalpina. Hoy tenemos un día en el que esa fama se volverá a poner a prueba y, a buen seguro, no nos defraudará.

Sí, el día de hoy es muy importante y, por una vez, puede acabar de una manera perfecta para casi todo el mundo. Tras el golpe en la mesa que dio Berlusconi el fin de semana, obligando a sus ministros a dimitir del gobierno de coalición que encabeza Enrico Letta, hombre gris, de nombre dado al divertido juego de palabras y que se está mostrando más capaz de lo que muchos imaginaron, la aritmética parlamentaria obligaba a Letta a solicitar un voto de confianza en la cámara, para ver realmente cuales son los apoyos del gobierno. En caso de ganarlo la estabilidad volvería al gabinete pero, si se pierde la votación, el gobierno caería y las alternativas serían la de buscar una nueva coalición de gobierno, malo, o nuevas elecciones, apenas cinco meses después de las anteriores, peor. Este era el escenario que se planteaba el Lunes a media mañana, originando las lógicas caídas de las bolsas europeas y el ascenso de las primas periféricas, la española entre ellas, como no. Así, las argucias de ese sujeto llamado Berlusconi para salvar su pellejo e impedir que el senado le inhabilite, como reclaman ya sentencias judiciales en firme, nos perjudicaban a todos los europeos. Mal panorama. Pero a veces, en medio de la más oscura de las noches, se descubre el brillo de una nueva estrella. Y así ha sucedido esta vez. La luz que puede convertir estas sombras en esperanza se llama Angelino Alfano, número dos del gobierno de Letta, número dos del partido de Berlusconi, desde el Sábado dimisionario del gobierno por orden de su jefe, el mafioso, y desde ayer traidor a la causa berlusconiana al declarar que es necesario apoyar a Letta en la moción de confianza de hoy. Bombazo. Alfano ha dicho en alto lo que muchos de los cargos del partido de Berlusconi empezaron a rumorear en bajo desde el Domingo, que la caída del gobierno Letta sería un desastre para Italia y el conjunto de Europa, que dejaría la imagen del país aún más arrastrada, que sumiría a la economía en un caos y que, en el fondo, sería un precio demasiado caro a pagar a cambio de la salvación de un sujeto, Berlusconi, que si nunca mereció oropel y premio alguno, ahora empieza a ser visto por los miembros de su formación como lo que realmente es, un cáncer para el país, un depredador no sólo sexual, que está dispuesto a echar por la borda a Italia con tal de salvarse él mismo, un egoísta sin escrúpulos, condenado por delitos económicos y de orden moral, que es la imagen arquetípica de lo peor de la sociedad italiana, de lo más zafio y barriobajero, pero que gracias a un voto popular cautivo y al inmenso poder que posee en los medios de comunicación sigue siendo un poder fáctico en Italia y, gracias a sus tentáculos, por no llamarlos de manera obscena, en otros países, como España sin ir más lejos, gracias a Mierdacinco, su nauseabundo canal televisivo. Pues bien, hoy puede ser el día en el que Berlusconi caiga, en el que empiece, por fin, a perder su poder, a ser derrumbado de su pedestal, a ser arrojado a la plaza pública del oprobio, al deslegitimación y la derrota, y eso hace que hoy pueda ser un muy buen día para casi todo el mundo, menos para él, claro.

Es muy probable que la conversión de Alfano, su particular caída del caballo camino a Damasco, esconda razones inconfesables, de orgullo y poder personalista, y esté sujeta a presiones que, desde el resto del mundo, no cesen hasta que se produzca la votación, pero seamos pragmáticos, y admitamos que bien está lo que bien acaba. El rebote intenso de la bolsa y la bajada de prima de ayer es una señal de los mercados que prevén que Letta gane la votación. Ojalá sea así. Es pronto para cantar victoria sobre los restos destruidos de Berlusconi, pero hoy puede ser uno de los días más tristes de su carrera política, y con algo de suerte, de los últimos. Atentos a lo que pase en el parlamento romano, y que los buenos augurios se cumplan.

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