Hoy, 1 de octubre, empieza el año
fiscal en EEUU que, al contrario de otros países, no se rige por el año natural
para estas cuestiones. Si se fijan en España hemos empezado esta semana la
tramitación de los presupuestos que entrarán en vigor el 1 de Enero. Allí eso
se hace en verano y el presupuesto rige del 1 de Octubre al 31 de septiembre. Y
es precisamente la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos lo que ha
ocasionado que no haya un presupuesto en vigor para el día de hoy. Como allí lo
de la prórroga no parece existir, desde este día y hasta
que haya acuerdo en las cámaras los servicios no esenciales de la administración
federal no funcionan.
Esta, visto desde nuestra
perspectiva, es una situación extraña, pero allí se da, con una baja frecuencia,
sí, pero sin ser algo excepcional o inaudito. No se debe confundir con lo que
se llama el precipicio fiscal, alcanzar el límite del endeudamiento público,
algo bastante más serio y que últimamente se bordea cada seis meses, y que se
volverá a suscitar como problema en unas tres semanas, cuando nuevamente se
alcance ese techo de endeudamiento fijado por ley. Para distinguir ambas cuestiones
y atisbar los efectos de este cierre en la economía del país y del resto del
mundo que, grandes o pequeños, seguro que no son buenos, les
recomiendo este completo análisis que ha elaborado el equipo de Sintetia.
Pero el aspecto en el que quiero centrarme yo no es la cuestión económica (qué
raro, eh?) sino la política. Con los techos de deuda rebasados cada semestre, más
o menos, llevamos unos años en los que el espectáculo que ofrece la política
norteamericana empieza a ser preocupante, al menos visto desde fuera y por este
observador, que no es ni mucho menos un experto en la materia. Empieza a calar
la sensación de que la clase política norteamericana empieza a dejar de ser ese
fiable grupo de personas, adictas al lujo y a las corruptelas, como en muchos
otros lugares, pero que tenían como principal objetivo el servicio a su nación
y su engrandecimiento en el mundo. De unos años a esta parte el debate cainita,
de mal gusto y con el objetivo de destruir al adversario se ha instalado en
determinados sectores de la política norteamericana, especialmente en ramas muy
concretas pero extensas del Partido Republicano, y se producen debates en las cámaras
y los medios de comunicación en los que el nivel de violencia verbal, de falta
de acuerdo y desprecio hacia el rival serían comparables a los que,
lamentablemente, estamos acostumbrados a ver en España y otros países. El que
eso se de es una mala noticia para los EEUU, dado que su sistema político,
lleno de contrapesos y medidas para evitar que alguien o algún grupo se haga
con el control de todo el poder, necesita la grasa de la negociación y la
altura de miras para poder funcionar correctamente. Pero dado el papel
preminente que juega EEUU en la economía y política mundial, esta sensación se
traslada a los mercados y al resto de agentes, en los que la política
norteamericana empieza a ser vista más como una fuente de problemas e
inestabilidad que como un asidero al que agarrarse en caso de tormenta. Sin
duda la crisis económica y el destrozo que esta ha provocado en grandes capas
de población del país han aumentado la tensión social y estas luchas intestinas
en Washington reflejan, en parte, ese malestar, pero no debemos olvidar que hay
sectores ideológicos y religiosos de EEUU que siguen profundizando poco a poco
en un radicalismo extravagante, por definirlo de una manera suave, que puede
llegar a ser un serio problema para la gobernanza del país si alcanzan un poder
desmesurado. Es un proceso que habrá que ir siguiendo poco a poco.
¿Estamos ante una situación pasajera o ante un
hecho que irá agravándose con el paso del tiempo? No lo se. Es probable que si
al economía logra recuperarse muchos de los mensajes radicales se vayan
apagando a medida que se llenen los bolsillos, pero este crecimiento al que
asistimos hoy en día en aquel país es mucho más frágil y artificial de lo que
pudiéramos llegar a imaginar. De momento el cierre de hoy no va a ayudar en
nada a consolidarlo, ni mucho menos. Si quieren saber cómo funciona esto del
cierre federal de manera práctica, el episodio 08 de la quinta temporada de “El
Ala Oeste de la Casa Blanca” lo cuenta perfectamente, a través de un
enfrentamiento entre un presidente demócrata y un congreso republicano,
igualito a lo que ahora mismo sucede.
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