jueves, octubre 10, 2013

El Nobel de literatura y un país que no lee


Hoy, a las 13 horas de España, se falla en Estocolmo el premio Nobel de Literatura, el galardón de toda la serie de los Nobel que, junto al de la paz, más atención mediática recibe dado que suele ser otorgado a una personalidad publica…. a veces!!! Es un clásico que este Nobel se conceda a un escritor desconocido, que no aparece en las apuestas, que apenas se ha oído hablar de él y que posee poca, a veces ninguna, obra editada en muchos países. No está claro si hay un criterio de reparto entre desconocidos y consagrados, o territorios y lenguas, pero es seguro que la elección no dejará indiferente a nadie.

Y de mientras se festeje la concesión del premio, los libreros y editores españoles seguirán haciendo cuentas y comprobarán, nuevamente, que su caja no hace otra cosa que disminuir. Las ventas de libros en España siguen bajando, con diferencias más o menos relevantes en cada ejercicio pero que mantienen una tendencia sostenida de caída, y el sector se enfrenta a una grave crisis que se dijo que no iba a producirse, como cada vez que se aproxima una de ellas. Es cierto que cuando empezó la debacle financiera las ventas de libros aguantaban, y para ello se utilizaban argumentos certeros pero que se han demostrado débiles a lo largo del tiempo, tales como el hecho de que un libro genera ocio de “largo plazo” porque se consume más despacio que otros formatos, y así la compra se amortiza más, o que los compradores de libros eran (somos) fieles al producto y soporte y resistiríamos los embates del exterior. La cronificación de la crisis, convertida en depresión, y la irrupción del libro electrónico y con él el mundo de la piratería, han sido las causas que más se han esgrimido a la hora de explicar por qué las ventas, ahora sí, caen con ganas, y el cada vez más continuado cierre de establecimientos, librerías “de las de toda la vida” y no tanto, que echan abajo la persiana para no levantarla ya más. Sin embargo, curioso, casi nadie usa el argumento definitivo, y el más real, que explica las bajadas de las ventas y, en su conjunto, el escaso hábito lector de la población española, y esa causa no es otra que ni nos gusta leer, ni lo consideramos como algo positivo y que, alucina, parece que no entendemos siquiera lo que leemos. El resultado del último informe de PISA para adultos de los países de la OCDE nos coloca en un humillante último puesto, a veces en el penúltimo, que retrata claramente las miserias del nivel cultural medio de los españoles, a años luz de la media europea. Desolador. Como siempre ante estos resultados aparecen los fabricantes de excusas baratas, falaces y que reafirman el resultado del informe: que si no está bien hecho, que si no es consistente, que si mide de una manera errónea, etc. Lo cierto es que décadas, siglos de abandono de lo cultural, de desprecio por parte de gobernantes de carácter regio, dictatorial o democrático, y de planes de estudio cuyo objetivo ha sido el de devaluar el conocimiento y la curiosidad, han logrado que la población media española sepa poco, muy poco, sea dócil, muy dócil, y vea con malos ojos a quienes leen o ansían saber el por qué de las cosas, mientras que no deja de aplaudir a deportistas, famosetes baratos y putones verbeneros que a todas horas llenan la programación televisiva, un reflejo bastante certero de la realidad sociológica del país. Sí, así está el patio, y esta es la causa profunda que lo explica todo. Se aducirá el coste de los libros, muy caros, y es cierto en ocasiones, pero los clásicos y otros miles de títulos, magníficos, están editados en bolsillo a menos de 10 euros, precio inferior a lo que cuesta un copazo en una terraza, al que nadie renuncia no considera caro. Sí, las cosas nos parecen caras o baratas en función del aprecio y valor que les damos. Y como no nos gusta leer, nos parece un tostón y es propio de gente aburrida, “que no mola” el precio de los libros siempre, siempre, nos resultará caro. Por eso no compramos libros.

Pese a ello, las librerías esperan cada año el día de hoy con la esperanza de que, si el galardonado es un autor consagrado y relevante, las ventas crezcan y les permitan cuadrar un año que, en general, está siendo malo. Hoy celebran su particular sorteo navideño y quieren que, si no es el gordo, al menos caiga una buena pedrea. Pero, más allá de premios y figurones, visiten las librerías, piérdase entre sus estantes, llenos de historias apasionantes, conocimiento y placer, y compren libros, la manera más barata de evadirse, de pasar un buen rato, de gozar, de divertirse……y por pedir, que le den el Nobel a Philip Roth.

3 comentarios:

Abducido dijo...

Nah, aunque también me gusta Roth, que se lo den a Murakami de una santa vez...

David Azcárate dijo...

Había chistes ayer que decían que Murakami tenía ya construidas el 90% de las infraestructuras y que, pese a ello, no le habían dado el Nobel, jejeje

David Azcárate dijo...

mándame un mail, que hace mucho que no se de ti. Saludos, ánimos y gracias!!!