martes, junio 16, 2020

Aalemanes, os recibimos con alegría


La imagen de los primeros turistas alemanes llegando a Mallorca ayer, tras el desastre de la pandemia, es una señal de alivio para el necesitado sector del turismo, y más en unas islas como las Baleares, donde esa industria supone un porcentaje tan alto sobre el PIB que el concepto de monocultivo es perfectamente válido. Sin embargo, esas escenas de aplausos y confeti arrojados a los veraneantes tenían una banda sonora y estética tan ajustada a “Bienvenido Mister Marshall ” que demuestra hasta qué punto Berlanga era un genio absoluto, nos conocía del todo y lo poco que ha cambiado la estructura económica y social de nuestro país en décadas.

No son los americanos pasando por Villar del Río en una época de blanco y negro, ni está Pepe Isbert al frente de ninguna institución para no dar las explicaciones debidas sobre lo sucedido, pero medio siglo después la escena se repite y da que pensar. Pocas naciones más distintas en el mundo que España y Alemania a la hora de afrontar el desastre sanitario de la pandemia. Allí la cifra de muertos por millón supera por poco el centenar, con unas tasas de infección descubiertas no muy altas y sin que se haya producido, en ningún momento, un colapso de su sistema sanitario. Se llevó a cabo un confinamiento de mediana intensidad sin alcanzar lo estricto que hemos vivido aquí y desde un primer momento el gobierno federal, tan dependiente como el nuestro de las decisiones de las autoridades regionales, reconoció la gravedad del problema y comunicó a la población las cosas al estilo Merkel, seria y rigurosamente. Nadie pone en duda sus cifras. Aquí las cosas son bastante distintas. Con las cifras oficiales de muertos conocidas, que siguen congeladas desde hace muchos días y nadie pondría la mano en el fuego por su plena validez, somos uno de los países del mundo con mayor número de fallecidos por millón de habitantes, ayer el tercero tras Bélgica y Reino Unido, y la pandemia ha puesto patas arriba nuestro sistema sanitario y asistencial. Sometidos a un confinamiento estricto, que se instauró cuando ya era evidente que el problema se había desbordado, las autoridades han ido pasando de la negación a la asunción del problema en un camino de vacilaciones que ha generado mucha confusión. Las cifras de caídos son espeluznantes y se han originado a la vez que el sistema sanitario de gran parte del país sucumbía aun aluvión para el que no estaba preparado ni podía estarlo. Las CCAA han jugado esta guerra sanitaría cada una dándose la espalda a la otra, abandonándose a su suerte, mientras que el gobierno central, carente de recursos y competencias en materia sanitaria desde hace décadas, ha ido mostrando más su incapacidad que incompetencia a medida que la curva de mortandad escalaba a uno de los más abruptos y crueles picos per cápita de todos los dibujados en la geografía global del virus. Golpeados ambos países en lo económico, las diferencias entre la economía alemana y española antes de este suceso ya eran enormes, siendo Alemania uno de las naciones más ricas del mundo, por mucho, y tras lo sucedido el hueco entre ambas economías no hará sino crecer, dado que el golpe recibido por cada una, duro en todo caso, lo va a ser mayor para el más pobre, como suele ser habitual, y será el más pobre el que sufra por más tiempo las penurias asociadas a la crisis. El paraguas de la UE nos va a permitir absorber parte de las pérdidas y que éstas no se traduzcan en un desastre sin paliativos, pero no olvidemos que muchas de las varillas que conforman ese paraguas protector son, en esencia, economía alemana, cuya fortaleza es capaz de financiar presupuestos de rescate y emisiones de deuda de todo tipo. Por eso la prima de riesgo se mide respecto a sus emisiones de deuda, y no por otra cosa.

En definitiva, la imagen de ayer es buena en la forma, porque manda una primera señal de optimismo en un sector, el turismo, que lo veía todo negro para esta temporada veraniega. Ojalá no haya rebrotes y sean muchos miles, millones, los que vengan en verano a visitarnos, pero la imagen también refleja hasta qué punto somos un país pobre y necesitado de que los nacionales de los países ricos nos visiten, de hasta qué punto nuestra economía no es capaz de generar recursos propios. Mientras nosotros seguimos en el suelo, golpeados por la pandemia, miles de alemanes vienen de turismo. Es una imagen simplificada, sí, pero elocuente. Qué capullo era Berlanga, qué bien nos tenía calados.

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