Les
comentaba hace unos días que daba la sensación de que el diapasón de la bronca
política se estaba serenando, que había menos ruido en el ambiente. Esta semana
que se está acabando ejemplifica muy bien esta sensación. No se si se debe a
que desde hace unos días ha empezado la cosa esa de pegar patadas a un balón
que anestesia a la gente, o a la sensación de vacaciones que se expande por
todas partes o a la liberación del encierro, o quizás, lo menos probable, a una
entrada en cordura de parte de nuestra dirigencia, pero lo cierto es que el
clima es más sereno, cosa que se agradece, y en el surgen pactos necesarios,
que ayudan a todos.
Ayer
tuvimos dos ejemplos de esto, dos frutos de distinta dimensión y una guirnalda,
si quieren, para decorarlo todo. El
gran acuerdo es el de la prórroga de los ERTEs, que se extienden hasta el
30 de septiembre. La gran discusión aquí ha sido sobre cuánto debía aportar el
gobierno a la hora de subvencionar estas bajas, teniendo en cuenta la sangría
de dinero que supone para las arcas públicas. Finalmente, tras días de largas
reuniones, presenciales y telemáticas, se ha llegado a un compromiso en el que
el gobierno mantiene pagos, aunque de menor cuantía, y las organizaciones
sindicales y patronales han formado un texto que compromete a todos en la
salvaguarda de unos empleos que siguen estando en la cuerda floja. La
herramienta de los ERTE, fruto de la tan criticada reforma laboral de Rajoy,
está permitiendo subsistir a miles de empresas y millones de empleos que,
forzados durante el estado de alarma y ahora por el derrumbe de la demanda,
habrían quebrado sin solución, condenando al desempleo a millones de personas
que ahora, agarrados a esa última esperanza, pueden tener una opción de no
acabar en el paro. Es una herramienta modélica, costosa para las arcas
públicas, pero que tiene gran impacto social y puede hacer que empresas viables
salgan adelante, que es de lo que se trata. El diálogo social se fracturó
cuando el PSOE firmó aquel vergonzoso documento con Bildu en una de las
prórrogas del estado de alarma, que tanto alarmó a toda la sociedad. Patronal
sobre todo, y sindicatos también, todos los agentes se sintieron ninguneados
por un gobierno que, en aquel momento, tocaba fondo en su incompetencia e
indignidad. Reconstruir los puentes de diálogo ha sido una tarea difícil en la
que muchos han trabajado en la sombra, y parece que tano Garamendi por la CEOE
como Díaz desde el Ministerio de trabajo han hecho mucho para que esa mesa de
concertación se pudiera volver a reunir. El otro acuerdo tuvo lugar en el
Congreso, en la votación del proyecto de ley de nueva normalidad, nombre
horrendo, que contó con el respaldo de una amplia mayoría de la cámara, y el
rechazo del independentismo catalán y de Vox, lo que es un aval para considerar
correcto lo aprobado. Finalmente no será un decreto ley, sino un proyecto
sujeto a enmiendas, como solicitaba el PP, y esa votación de ayer, de bastante más
de doscientos sufragios positivos, ejemplifica cómo se pueden hacer las cosas
si hay voluntad cuando la necesidad apremia. Y lo hace, con la pandemia aún no
controlada, con rebrotes constantes, un futuro incierto y la economía en la
UCI, sostenida por respiradores como el de los mencionados ERTE. La guirnalda,
por llamarlo así, es el apoyo del gobierno y del PP y Ciudadanos a la
candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo, un puesto de
relevancia difusa, pero cierta, y que sobre todo sería útil para apuntalar la
posición de la propia Nadia en el gobierno frente a las veleidades de Iglesias,
que ahora parece estar más ocupado en salvarse del olor morado de las cloacas
que le pringan con forma de tarjeta de móvil chamuscada que en conspirar contra
otros miembros de su propio gobierno.
¿Puede
aguantar mucho este clima de sosiego? No lo se. Es probable que el verano sea
propicio para que la estabilidad se mantenga, descontando que los resultados de
las elecciones vascas y gallegas sean los previstos, y que en septiembre vuelva
el jaleo con la necesidad de aprobar unos presupuestos y todo lo relacionado
con Cataluña, estando la inhabilitación de Torra y la posible convocatoria
electoral por delante. Eso sí, todo a expensas de lo que suceda con el virus y
sus rebrotes y su posible segunda ola. El calendario ahora está condicionado
por ese minúsculo ser que nos sigue teniendo en jaque. Ser conscientes de ello
es la única manera de afrontar los días y meses que tenemos por delante.
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