viernes, junio 26, 2020

Acuerdos necesarios


Les comentaba hace unos días que daba la sensación de que el diapasón de la bronca política se estaba serenando, que había menos ruido en el ambiente. Esta semana que se está acabando ejemplifica muy bien esta sensación. No se si se debe a que desde hace unos días ha empezado la cosa esa de pegar patadas a un balón que anestesia a la gente, o a la sensación de vacaciones que se expande por todas partes o a la liberación del encierro, o quizás, lo menos probable, a una entrada en cordura de parte de nuestra dirigencia, pero lo cierto es que el clima es más sereno, cosa que se agradece, y en el surgen pactos necesarios, que ayudan a todos.

Ayer tuvimos dos ejemplos de esto, dos frutos de distinta dimensión y una guirnalda, si quieren, para decorarlo todo. El gran acuerdo es el de la prórroga de los ERTEs, que se extienden hasta el 30 de septiembre. La gran discusión aquí ha sido sobre cuánto debía aportar el gobierno a la hora de subvencionar estas bajas, teniendo en cuenta la sangría de dinero que supone para las arcas públicas. Finalmente, tras días de largas reuniones, presenciales y telemáticas, se ha llegado a un compromiso en el que el gobierno mantiene pagos, aunque de menor cuantía, y las organizaciones sindicales y patronales han formado un texto que compromete a todos en la salvaguarda de unos empleos que siguen estando en la cuerda floja. La herramienta de los ERTE, fruto de la tan criticada reforma laboral de Rajoy, está permitiendo subsistir a miles de empresas y millones de empleos que, forzados durante el estado de alarma y ahora por el derrumbe de la demanda, habrían quebrado sin solución, condenando al desempleo a millones de personas que ahora, agarrados a esa última esperanza, pueden tener una opción de no acabar en el paro. Es una herramienta modélica, costosa para las arcas públicas, pero que tiene gran impacto social y puede hacer que empresas viables salgan adelante, que es de lo que se trata. El diálogo social se fracturó cuando el PSOE firmó aquel vergonzoso documento con Bildu en una de las prórrogas del estado de alarma, que tanto alarmó a toda la sociedad. Patronal sobre todo, y sindicatos también, todos los agentes se sintieron ninguneados por un gobierno que, en aquel momento, tocaba fondo en su incompetencia e indignidad. Reconstruir los puentes de diálogo ha sido una tarea difícil en la que muchos han trabajado en la sombra, y parece que tano Garamendi por la CEOE como Díaz desde el Ministerio de trabajo han hecho mucho para que esa mesa de concertación se pudiera volver a reunir. El otro acuerdo tuvo lugar en el Congreso, en la votación del proyecto de ley de nueva normalidad, nombre horrendo, que contó con el respaldo de una amplia mayoría de la cámara, y el rechazo del independentismo catalán y de Vox, lo que es un aval para considerar correcto lo aprobado. Finalmente no será un decreto ley, sino un proyecto sujeto a enmiendas, como solicitaba el PP, y esa votación de ayer, de bastante más de doscientos sufragios positivos, ejemplifica cómo se pueden hacer las cosas si hay voluntad cuando la necesidad apremia. Y lo hace, con la pandemia aún no controlada, con rebrotes constantes, un futuro incierto y la economía en la UCI, sostenida por respiradores como el de los mencionados ERTE. La guirnalda, por llamarlo así, es el apoyo del gobierno y del PP y Ciudadanos a la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo, un puesto de relevancia difusa, pero cierta, y que sobre todo sería útil para apuntalar la posición de la propia Nadia en el gobierno frente a las veleidades de Iglesias, que ahora parece estar más ocupado en salvarse del olor morado de las cloacas que le pringan con forma de tarjeta de móvil chamuscada que en conspirar contra otros miembros de su propio gobierno.

¿Puede aguantar mucho este clima de sosiego? No lo se. Es probable que el verano sea propicio para que la estabilidad se mantenga, descontando que los resultados de las elecciones vascas y gallegas sean los previstos, y que en septiembre vuelva el jaleo con la necesidad de aprobar unos presupuestos y todo lo relacionado con Cataluña, estando la inhabilitación de Torra y la posible convocatoria electoral por delante. Eso sí, todo a expensas de lo que suceda con el virus y sus rebrotes y su posible segunda ola. El calendario ahora está condicionado por ese minúsculo ser que nos sigue teniendo en jaque. Ser conscientes de ello es la única manera de afrontar los días y meses que tenemos por delante.

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