miércoles, junio 10, 2020

El racismo entre nosotros


A pesar de la crisis que vive, y se evidencia en tumultos como los que estos días han asolado varias ciudades, EEUU sigue siendo la cabeza del imperio global, y una de las formas más sibilinas de comprobarlo es como protestas que surgen en aquella nación, a raíz de problemas que se dan en esa nación, se reproducen de manera mimética y absurda en otros países, donde ni el problema ni las causas son las mismas. Ver a personas manifestándose en, pongamos, España, con carteles de “Black lives matter” y protestando contra la brutalidad policial ejercida sobre la población negra resulta absurdo en un país en el que casi nadie sabe inglés (yo muy poco) y la policía no estrangula negros.

¿Eso significa que no hay racismo en nuestras sociedades? No, lamentablemente el racismo también está presente entre nosotros, solo que resulta mucho más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. En España las tensiones raciales han sido, normalmente, escasas, porque se daba una extraña situación de absoluta homogeneidad racial que las impedía. La única minoría que existía eran los gitanos, se les discriminaba plenamente, y nadie protestaba. Hasta el boom de la inmigración era realmente raro ver negros o, en general, personas de procedencia exótica entre nosotros. Lo que existía en abundancia era la emigración de los propios españoles al extranjero, en busca de un sustento que no encontraban aquí, y el movimiento interno de regiones pobres a otras más ricas, ahondando de esa manera las diferencias económicas entre ambos territorios. Y en esos movimientos, arraigos y estancias se desarrolló un racismo propio muy intenso que persiste, porque son racistas expresiones como la de maketo o charnego, utilizadas respectivamente en País Vasco o Cataluña pare referirse a los que llevaban a esas regiones procedentes de otras, especialmente Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha. De hecho, en esto los españoles hemos sido muy europeos, porque en el homogéneo continente blanco que ha sido Europa durante gran parte de su historia el racismo se ha dado entre personas que se consideraban más blancas que otras. ¿Qué es al antisemitismo sino un racismo ante los judíos? ¿Qué son, en el fondo, los sentimientos nacionalistas que afloran con fuerza violenta cada dos por tres en distintas regiones y zonas de Europa? Sí, emiten mensajes en los que la economía y el “hecho diferencial” y otro tipo de eufemismos llenan portadas y mensajes, pero el discurso de fondo es el racismo puro y duro, el de toda la vida, el de nosotros somos mejores que el resto porque somos puros, porque somos inmaculados, porque somos superiores. ETA era un movimiento terrorista que tenía un profundo componente racista, como el nacionalismo del que bebía, basado en la superioridad de la raza vasca frente a todas las demás. Qim Torra, el actual President de la Generalitat, es un racista convencido, y bien que lo ha dejado por escrito, que comulga con unas ideas supremacistas en las que el catalán es la esencia del bien y el no catalán es una bestia con forma humana pero que, como inmundicia que es, debe ser apartada, eliminada de la faz de la tierra. Cuando Ortega Smith enfermó de coronavirus y se refería a la superioridad de los genes españoles frente al virus chino utilizaba el mismo argumentario racista que ETA y Torra, sólo que cambiando el gentilicio que se considera superior, y así podríamos seguir hasta el infinito. ¿Qué ha sido el Brexit, sino la exacerbación de un sentimiento de superioridad británico frente a los continentales? ¿Qué mensaje destila Putin en sus continuas arengas a la gran Rusia frente a los pueblos que la rodean? Sí, en Europa el racismo existe, y es tan irracional y absurdo como el que hay en otras naciones, y ni siquiera necesita que el otro tenga un tono de piel distinto, basta con que no haya nacido en la aldea que se considera elegida.

El funeral que ayer se ofició en Houston a George Floyd puede ser la culminación de las protestas que se han vivido en EEUU estos días, pero es probable que episodios crueles como el que él vivió se repitan, y sean visibles para todos gracias a que ahora las cámaras y las redes nos los permiten, y la tensión vuelva a rebrotar. Parte de la sociedad norteamericana tiene un problema de asunción de su diversidad y un profundo trauma respecto a la segregación, el pasado esclavista y el resultado de su propia guerra civil de hace dos siglos, pero antes de juzgar con dureza y superioridad a aquella sociedad y sus fracturas echemos un vistazo a la propia, y veremos que no estamos como para tirar la primera piedra a nadie.

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