lunes, junio 08, 2020

¿Cuántos muertos llevamos?


Que a estas alturas de la pesadilla aún no tengamos claro el recuento de fallecidos provocados por la pandemia indica muchas cosas, una de ellas que no es precisamente sencillo contabilizarlos, pero otras tantas, no menores, nos hablan de la incompetencia propia a la hora de contar, de la falta de medios, de la descoordinación entre las CCAA entre sí y con el gobierno central, de un afán por no ser transparentes, y de un absoluto desprecio por el dato, por la rigurosidad, por la exactitud. Este último factor se da sin cesar en la nuestra sociedad, y nada mejor para ello que reducir aún más los estudios de matemáticas, como busca el gobierno

Actualmente, la serie temporal de fallecidos por la pandemia fue congelada el 21 de mayo, hace ya más de dos semanas. En ella se anotaban diariamente varias variables de interés, entre ellas la de los fallecidos de cada día. Si observan el enlace (insertado en la mañana del 8 de junio) verán que a esa fecha llevábamos 27.940 fallecidos. Desde entonces se cambió el sistema de recuento y de difusión de la información y en el informe diario del Ministerio se indica una cifra que corresponde a los fallecidos en los últimos siete días que no tiene nada que ver ni con las cifras que comunican las CCAA ni es resultado de sumar nada que sea accesible. Esa cifra semanal ha arrojado durante los pasados días resultados absurdos, como que se publicite que no haya muerto nadie en España mientras varias CCAA señalaban que eran pocos, pero existentes, los fallecidos en sus comunidades. Esto ha hecho que muchos medios internacionales, que no viven de lo que el gobierno dicta y paga, señalen que la contabilidad mortuoria en España es tan poco rigurosa como la del control del déficit público. El gobierno se agarra a que sólo contabiliza como fallecidos a los que han muerto con un positivo en la prueba PCR y que los que no han tenido esa prueba no pueden ser considerados como víctimas directas de COVID. Asegura también el gobierno que está tratando de reconstruir la serie para asignar fallecidos con fechas reales de defunción, de tal manera que la secuencia temporal sea cierta. En todo caso, vemos que esos casi 28.000 son, por así decirlo, una cota mínima de los muertos causados por la pandemia. ¿Hay una cota máxima? Sí, nos la ofrecen los informes momo, monitorización de la mortalidad, que realizan un seguimiento diario de los fallecidos en España, sin tener en cuenta su causa, y los desvíos que se producen respecto a la estimación de lo que debiera haber sido normal. Si consultan uno de ellos cualquiera, por ejemplo este, verán que del 13 de marzo al 22 de mayo la gráfica presenta un pico enorme que se sale por completo de la franja gris, el intervalo de confianza de lo que sería la serie de muertes esperadas. Momo cuantifica ese exceso de mortalidad en esas fechas en 43.260 personas, y eso sería la cota máxima del intervalo. Por lo tanto, podemos decir que la cifra de fallecidos por COVID en España durante este episodio de pandemia estará entre 28.000 y 43.260. ¿A qué altura? Eso ya sí que es muy difícil de precisarlo, porque no constan las causas de fallecimiento de ese exceso de 43.260, y lo cierto es que es fácil suponer que no todo el exceso se debió al coronavirus, porque durante el mes de colapso hospitalario no se atendió a nada más, y es de suponer que muchas personas murieron por afecciones crónicas que no fueron tratadas. Piense usted sólo en los ictus que se dan a diario, que requieren ingreso urgente para garantizar la supervivencia, que en esas fechas a buen seguro se convirtieron en muertes casi seguras, sin que nadie pudiera socorrer a esos enfermos. ¿Dónde poner la cifra COVID? ¿En la mitad de los 30.000? ¿Más cerca de los 40 que de los 30? No lo se.

Para los que somos curiosos con esto de los números la verdad es que el gobierno está haciendo todo lo posible para desesperarnos. La ruptura de las series ha supuesto eliminar una valiosísima fuente de información, y resulta absurdo que, gracias a las fuentes internacionales, se pueda hacer el seguimiento diario de la epidemia en todos los países, con los datos contados como cada país ha dado a entender, y sea imposible hacer el estudio con los datos de España, dada la absurda secuencia que ofrecen de resucitados en medio de las series. No hay ningún respeto al dato y al poder de información que supone, y eso es algo extendido en todas las administraciones, fruto del rechazo de nuestra sociedad a la matemática. En esta epidemia hemos perdido otra oportunidad de hacer estas cosas bien.

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