Jornada electoral tranquila en Alemania, sin incidentes. Alguna anécdota como la de ese colegio de Berlín que no se podía abrir ni con llave o, la más sonada, el error del candidato conservador Lasech a la hora de doblar la papeleta al introducirla en la urna, de tal manera que se veía lo que tenía señalado como su voto. Hubo muchas coñas en la web germana al respecto y, aunque el voto finalmente fue válido porque acabó en el interior, las autoridades electorales señalaron que el presidente de la mesa no debió dejar que entrara en la urna de esa manera, lo que hubiera sido el colofón a la mala campaña de los conservadores y a lo que anticipaban las encuestas.
Finalmente los resultados han sido muy parecidos a lo que se apuntaba, de tal manera que la victoria, por muy poco, se la han llevado los socialdemócratas del SPD, con Olaf Scholz como candidato, aventajando en poco más de un punto a los conservadores de la CDU / CSU . Es la primera victoria socialdemócrata tras cuatro derrotas consecutivas propiciadas por Merkel. La tercera fuerza son los verdes, que obtienen un gran resultado, pero que les sabrá a poco dadas las expectativas con las que contaban hace no muchos meses. Errores de campaña y de su candidata les bajaron de una nube en la que se codeaban al borde de la victoria, y la subida que han experimentado desde el anterior resultado, cuestión de expectativas, les sabrá a poco. Cuartos han quedado los liberales, en la tierra de nadie en la que suelen vivir estos partidos en toda Europa, con unos resultados similares a los anteriores comicios, y las últimas posiciones se las reparten Alternativa por Alemania, la extrema derecha, y Die Linken, la extrema izquierda. Lo que más me ha gustado de estos resultados es, exactamente, esto último, la bajada de estas formaciones populistas extremistas, su pérdida de representatividad y de poder. Los alemanes han acudido a las urnas a sabiendas de los problemas que tienen y que existen distintas vías para tratar de arreglarlos, pero que ninguna pasa por los extremos, por esos discursos de odio y ruido que ambas formaciones, teóricamente muy enfrentadas pero que, en la práctica, se parecen mucho, ofrecen al electorado. Con todo hay un matiz preocupante, y es que la formación de extrema derecha se consolida en lo que fueron los estados de Alemania del Este, camino quizás de convertirse en una formación regionalista. Los malos resultados de la CDU / CSU en esos estados federados hacen que la distancia entre ambas formaciones sea mínima e, incluso, puede que en alguna región los extremistas hayan superado a los conservadores clásicos. En todo caso el día de hoy es de alegría tanto para los que apostamos sin fisuras por la democracia representativa como por las formaciones clásicas, por la política seria y aburrida, la que huye de estridencias y extremos. Alemania ha dado, en este sentido, una lección. La gran pregunta que queda por responder es cómo se formará gobierno y quién lo dirigirá. El sistema electoral alemán, complicado, determina finalmente que tras cada elección el tamaño del Bundestag (para entendernos, y aunque no sea exactamente así, su Congreso de los Diputados) sea distinto en función de los votos cosechados por cada formación, por lo que hasta que no finalice el recuento no se puede saber cuántos parlamentarios habrá y cómo calcular la composición de mayorías, pero con lo que ya se sabe, sólo hay tres posibles coaliciones que alcancen mayoría en la cámara. De menor a mayor probabilidad, una reedición de la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas, que ambas formaciones rechazan como solución general; la llamada coalición Jamaica, unión de conservadores (negro) liberales (amarillo) y verdes, y la coalición semáforo, liderada por socialdemócratas (rojo) liberales (amarillo) y verdes. Tras la victoria del SPD esta parece la opción más posible.
En Alemania, como en España, el canciller lo elige el parlamento, y es nombrado aquel que consigue más votos en la cámara, pertenezca o no a la formación más votada. Tanto el ganador, Scholz como el perdedor Laschet quieren entablar negociaciones con las otras dos formaciones necesarias para lograr un acuerdo de investidura (les suena, ¿verdad?) pero, a priori, lo tiene más fácil el candidato del SPD, aunque será un reto aunar en un mismo gobierno a liberales y verdes, que en algunas cosas coinciden, pero en otras se repelen como agua y aceite. Vienen semanas de discusiones y parálisis en la política germana, y, claro, en la europea. Nos conviene que este proceso no se eternice y, sea cual sea el resultado, se alcance rápido y de estabilidad.
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