Si no les suena de nada el término que he escogido hoy para titular el artículo les aconsejo que paren un instante la lectura y vuelvan a él, para repetirlo algunas veces, y que así se les quede en la memoria, porque me da que vamos a verlo mucho de aquí en adelante. Es nuevo. Sí. Es un acrónimo que surge de la unión de las dos primeras letras de Australia, AU, las iniciales de UK, Reino Unido en inglés y las de iniciales de US, EEUU en inglés. El término completo es AUUKUS, pero ya se escribe en medios por los articulistas de la manera en que lo he empleado, convirtiéndolo en una palabra en la que la primera U no es redundante. Esta alianza entre tres países es la puntilla a un verano de desastre occidental.
Las tres naciones que han firmado el acuerdo son anglosajonas, y no hay nada casual en ello. Suele denominarse Five Eyes, cinco ojos, a la asociación no firmada pero sí real que existe entre los cinco grandes países anglosajones del mundo, EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, unidos por el idioma y cierto orgullo de superioridad nunca disimilado. Aukus es otra cosa más profunda, supone una alianza estratégica, principalmente militar, centrada en el área del Pacífico y sureste asiático, de tal manera que las tres naciones se comprometen a la ayuda y colaboración mutua para desarrollar actividades y capacidades de disuasión en ese escenario, con la vista puesta en la contención de China. En ese acuerdo Reino Unido aporta los contactos y el conocimiento de la zona, de la que fue potencia colonial en parte y sigue teniendo una presencia diplomática fundamental (piénsese en Singapur, por ejemplo) pero poco más, dado que su armada y resto del ejército están muy de capa caída. EEUU es la potencia hegemónica y aporta todo, desde capacidad hasta estrategia y liderazgo, y Australia aporta su territorio, sito en la zona de influencia, con acceso marítimo, a través de Indonesia, a todo el sudeste asiático. Se convierte así en la base de operaciones de la alianza, el territorio desde el que se desplegará la capacidad ofensiva y se ejercerá la disuasión visible, quizás menor que la no presencial que se mantiene, poderosísima, en el territorio norteamericano, pero relevante en todo caso. El acuerdo fue anunciado por sorpresa la semana pasada sin que las fuentes oficiales del resto de aliados de estos países lleguen a afirmar que estaban informadas de negociaciones semejantes. Ni la UE ni la OTAN han pintado nada en la creación de Aukus, y es especialmente la organización trasatlántica la que sale muy mal parada de un acuerdo semejante. El desprecio que ha supuesto para esa entidad la actitud de EEUU, el garante último de su existencia, y la clara espalda que Washington da al escenario europeo en sus decisiones han quedado reflejados claramente en la puesta de largo de un acuerdo a tres partes en el que se junta tanto la visión pacífica, por el mar, como la supremacía anglosajona, que deja atrás al resto de socios europeos. El monumental cabreo que ha cogido Francia tras la rescisión de un contrato de compra de submarinos que tenía suscrito Australia, que ahora tendrá acceso a sumergibles de avanzadísima tecnología nuclear norteamericana es sólo la punta del iceberg del desconcierto, frío y sensación de abandono que ha cundido por las cancillerías de toda la Europa occidental, unidas en la impresión de que la fiabilidad del socio americano cae enteros sea quien sea el que ocupe la Casa blanca, con las formas mafiosas de Trump o las amables de Biden. Desde que Obama empezó a darse cuenta de que el gigante chino ya lo era Europa pesa cada vez menos en la agenda de la capital norteamericana, y Aukus es la plasmación de lo que realmente le preocupa ahora a los estrategas de Washington y lo poco que le importamos el resto. Este acuerdo supone, en la práctica, la primera división formal de occidente en dos alianzas ante el escenario global, anglosajonia por un lado y el resto, sin saber muy bien por dónde ir. En el mundo bipolar en el que ya nos encontramos, EEUU ha escogido socios para plantarse ante China, y no, nosotros no estamos entre los seleccionados.
Hoy se termina el verano de 2021, y en lo geoestratégico lo hace en un mundo bastante más distinto, peligroso y descontrolado de como lo estaba cuando comenzó. Nadie podía imaginar a finales de junio que veríamos el desastre de Afganistán en apenas unas semanas y que la imagen de occidente quedaría seriamente dañada por la desastrosa gestión de la retirada de ese país, de la huida más bien. La posición norteamericana es hoy bastante más débil de lo que era hace unos meses (para ser justos, ahora se ve lo que antes era pero no se notaba) y los países de la UE nos hemos dado de bruces contra un escenario muy peligroso en el que empezamos a ser periferia, y en el que carecemos de capacidades, estrategia y medios en lo ofensivo. El panorama se ha torcido mucho, y está claro quiénes hemos salido perdiendo y, por tanto, necesitamos espabilar.
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