No deja de tener su cara irónica que el gobierno que llegó al poder encumbrado en el lema del “no es no” se esté deshilachando por una ley llamada del “sí es sí”. Cualquiera que desconozca las vicisitudes de nuestra política, además de ser más feliz, pensará al leer todas estas tautologías que somos una nación absurda y empeñada en el simplismo. Si es así acertará de pleno. Reducir la complejidad a lemas pegadizos y baratos es uno de los artes de la propaganda, política y no, pero el grado de simplismo al que se ha llegado en estos últimos años abochorna hasta a los que no son capaces de entender que es lo que pasa. Haber dejado el poder a dogmáticos y estalinistas es lo que tiene.
Hoy el Congreso, salvo sorpresa gorda, validará la proposición de ley del grupo socialista para enmendar la ley del “sólo sí es sí” con una aplastante mayoría. Repugna a casi todo el mundo que violadores, asesinos y delincuentes de este tipo hayan visto rebajadas sus penas por un texto legal aprobado por la totalidad del Consejo de Ministros, desde su presidente hasta el último de sus miembros, que sólo era un mero instrumento de propaganda del sector morado del ejecutivo. El peaje por el que Podemos seguía apoyando al ejecutivo era que le dejasen aprobar su juguete de ley, un texto lleno de fallos, que desde su tramitación fueron advertidos por muchas voces, y que nada más entrar en vigor ha generado cientos y cientos de revisiones de sentencias, todas ellas rebajando penas. El escándalo es mayúsculo, infame hasta lo insoportable, y el ala socialista sólo se puso a ello cuando vio que la propaganda que salía de Moncloa era incapaz de sobrevivir a una realidad indignante. ¿Y Podemos? Nada, a lo suyo. Su líder supremo, el gran machista Iglesias, que de manipular sabe mucho, se inventa la expresión “código penal de la manada” para referirse a toda norma legal que no haya sido dictada por su propio puño y letra y convierte a este eslogan en el santo y seña de todas las comparecencias de los cargos del Ministerio de Igualdad y de los de su secta morada, lanzándolo con la mayor de las agresividades a quien se ponga por delante. Y si el que se pone es del PSOE, con más saña si cabe. Resulta increíble que los altos cargos de Podemos que ocupan responsabilidades en el gobierno y cobran decenas y decenas de miles de euros por ello no dejan de insultar al gobierno al que pertenecen, al resto de compañeros del ejecutivo y, en conjunto, a toda la sociedad, con un grado de incompetencia y soberbia que roza lo patológico. Como es evidente que Sánchez no va a cesar a nadie de Podemos pase lo que pase, los morados saben que tienen bula (y sueldazo garantizado) hasta el día de las elecciones generales, y ya les da igual todo. Se van a dedicar a destrozar lo que puedan hasta el momento en el que, espero, deje de cobrar porque el gobierno cambie. No hay nada que salvar ni de honra ni de discurso en ese lado del ejecutivo ¿Y en frente? Ayer Margarita Robles, que tiene el valor que le falta a su presidente, no se dejó amilanar por Belarra y sus secuaces, y le dijo bien claro, a la cara, y mentando su nombre, que ella ya luchaba por la igualdad antes de que las dirigentes de Podemos hubieran nacido, y que desde luego no eran esas incompetentes nadie para darle lecciones en esos temas (y en ningún otro, añado yo). Robles debe estar como gran parte del socialismo, asqueada del vil comportamiento de sus socios de gobierno, y muy enfadada con un Sánchez que decide ponerse de perfil en todo momento, siendo el mayor responsable de todo lo que suceda, porque de sus decisiones e inacciones surgen estos problemas. Si tuviera algo de valor cesaría a Irene Montero, y que entonces decidan los morados si quieren romper el gobierno e ir a elecciones o aguantar lo que queda de legislatura. Pero no, Sánchez no hará eso.
La votación de hoy es el primer paso para que la reforma de la ley llegue a buen curso y, a partir de entonces, deje de producirse ese sangrante goteo de rebajas de penas, pero nada podrá evitar que los cientos y cientos de indeseables que ya se han beneficiado no lo hagan, el error cometido, cometido queda. Dejar que el sectarismo se haga con los mandos del poder es peligroso, porque a su ceguera ideológicas se le suele sumar la ineptitud. Podemos, Vox, Trump… todo ese tipo de partidos y personajes no sólo poseen discursos tóxicos, sino que, llegados al poder, perjudican la vida de la gente, destruyen cosas, alientan delitos. Maldita la hora en la que el populismo arraigó en occidente y engañó a los votantes.
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