Si exceptuamos las aplicaciones dedicadas a la mensajería instantánea, tipo Whatsapp o Telegram, probablemente Tik Tok sea la red social más utilizada del mundo en este momento, y sólo Youtube le pueda disputar el número de usuarios, aunque no sea exactamente una red. Facebook no vive sus mejores tiempos, twitter, que siempre ha sido una red de nicho, sigue convulsionada cada vez que el excéntrico Musk anuncia algo que pueda afectar a su funcionamiento, y sólo Instagram le hace sombra en cuanto a intensidad de uso por parte de sus enganchados y, sobre todo, capacidad para monetizar, hacer negocio y viralizar contenidos.
Una cosa fundamental distingue a Tik Tok del resto. Es china. Mientras que las demás redes sociales son norteamericanas, y sus sistemas, diseño y gerencia se encuentran en el entorno de Silicon Valley, Tk Tok es de propiedad china, de una empresa radicada allí llamada Bytedance, que a lo mejor a usted no le suena mucho. Propiedad china implica participación del gobierno de Beijing, dado que nada de lo que allí sucede es ajeno al totalitario régimen que dirige el país, y por ello las acusaciones sobre el uso que esta red social hace de los datos de los usuarios, que son generalizadas al resto de empresas de este tipo, se mezclan con el presunto espionaje que efectúa el gobierno chino, usando Tik Tok como tapadera. ¿Es esto así? Casi tan seguro de que es cierto como de que de la misma manera opera el gobierno norteamericano con la información que recopilan las redes sociales radicadas en su territorio, y casi con la misma certeza de que nuestro gobierno no tiene datos de nosotros por esa vía porque las aplicaciones que usamos no son españolas. El espionaje no es algo que sea voluntario por parte de los gobiernos, sino que es consustancial a los mismos, todos lo hacen, y con todos los medios de que dispongan, y es obvio que las naciones más poderosas y capaces lo realizarán con mayor eficacia. Por tanto, no debemos escandalizarnos a priori porque China nos espíe a través de sus apps, sería ingenuo pensar que no lo hace. El problema es que, embarcados como estamos en una pseudo guerra fría entre EEUU y China el que Beijing pueda saber cosas de los ciudadanos norteamericanos mediante la app de los vídeos cortos es algo que, con cierta lógica, obsesiona a Washington. Amparado en la demanda de la privacidad de los usuarios, que recordemos no exige a las empresas propias, el gobierno y legislativo norteamericano ha emprendido una campaña de pesquisas y comparecencias que pueda acabar con un dictamen que prohíba Tik Tok en aquel país. Por el momento no se permite la instalación de esa app en los teléfonos corporativos de los empleados del gobierno, y esa medida también ha sido adoptada entre los de los funcionarios de la Comisión Europea, y es probable que se extienda más redes corporativas gubernamentales occidentales. En una de las últimas comparecencias ante el Congreso de EEUU, uno de los mayores responsables de ByteDance explicó que la gestión que hacen de los datos de los usuarios norteamericanos se realiza por parte de personal norteamericano y en servidores situados en el territorio de EEUU, sin que la matriz china tenga acceso a ellos. El ejecutivo sonaba convincente en su declaración, aunque es probable que estuviera ocultando gran parte de la verdad. Lo cierto es que, para el gobierno chino, y para las apps de inteligencia artificial que está desarrollando, el caudal masivo de información que generan los usuarios de Tik Tok en el mundo es una joya de valor incalculable. Miles de millones de usuarios, dentro del país y fuera, utilizan a diario la app para el ocio, la divulgación, el entretenimiento o para todo lo que uno se le pueda ocurrir. Lo cierto es que en el mundo virtual en el que nos encontramos, el enfrentamiento entre EEUU y China también es ya total, y Tik Tok es ahora un campo de batalla abierto.
El principal problema que tiene Tik Tok, es que, admitámoslo, es un éxito absoluto, funciona. Quienes la conocen afirman de manera unánime que su algoritmo es el más preciso y eficiente de entre todos a la hora de recomendar vídeos y contenidos que sean adictivos para el usuario, y eso hace que su capacidad de enganche sea bestial. Ha superado a las redes norteamericanas en su eficiencia a la hora de tener atrapado al usuario, y actualmente no tiene competencia en ese aspecto. Que China haya logrado algo así asombra, y asusta, porque no estamos ante un mero caso de copiado de tecnología occidental. En este caso el imitador ha superado al maestro.
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