Hace un año no sabía que hubiera una ciudad en Ucrania llamada Bajmut. Realmente no sabía si ese nombre era real y a qué hacía referencia en el caso de oírlo. Menos controlaba su papel como nudo ferroviario en el este del país, como importante nodo de abastecimiento de suministros y enseres en el camino que lleva desde Kiev hasta el Donbás. De sus setenta mil habitantes menos hubiera podido decir, empezando porque no sabía ni si era un lugar poblado. Con esa cifra Bajmut no era un pueblo perdido, pero tampoco una gran capital en una nación de una población similar a la española. Nada sabíamos sobre ese lugar hace un año.
Ahora, un año después, ese lugar desconocido va camino de ser un no lugar, un espacio arrasado por la conquista rusa y destruido hasta sus entrañas por el sádico bombardeo de la artillería de Putin. No pocos de sus habitantes han fallecido en los combates que se desarrollan desde hace semanas en su perímetro, aunque la mayor parte han optado por huir hacia el oeste, y abandonarlo todo mientras han podido. La resistencia de las tropas de Kiev ha tomado Bajmut como estandarte frente a los rusos, y ha empeñado gran parte del material y tropas que posee en defender ese enclave e impedir su caída para lanzar el mensaje de que Rusia no va a ir más al oeste pero, lamentablemente, todo parece indicar que el heroico esfuerzo desplegado por la infantería ucraniana no ha sido capaz de frenar a la horda rusa, que está consiguiendo rodear la localidad. Ante el riesgo de un embolsamiento, una situación en la que unas tropas quedan rodeadas por enemigos y carecen de vía de retirada, Kiev ha empezado a mandar señales de retirada, y es lo más inteligente que puede hacer. Ahora mismo la ciudad ya no existe, es pura ruina, la posición no aporta ventajas estratégicas y la infraestructura está completamente destruida. Lo más práctico es tratar de conservar toda la munición, pertrechos y soldados posibles y organizar una retirada lo más efectiva y rápida, tratando de no perder más. Las tropas que han defendido la urbe deben estar exhaustas y, casi seguro, escasas de todo tipo de provisiones. Salvarlas y que puedan refugiarse varios kilómetros más allá es lo más sensato que puede ordenar la inteligencia ucraniana, que se ha batido el cobre en la ciudad pero que no ha podido, por lo que parece, conservar la posición. La toma por parte de Putin de este enclave será vendida como un triunfo en la guerra por parte de la propaganda rusa, y cierto es que será la primera victoria significativa desde hace semanas, casi meses, en un frente estancado, de trincheras, en el que ambas posiciones se castigan cruelmente sin que se hayan producido movimientos significativos. ¿Cuántos efectivos rusos han muerto en la toma de la ciudad? Es fácil que las cifras que hablan de cientos de muertos diarios sean bastante certeras, conociendo la crueldad e ineficacia con la que la dirigencia rusa maltrata a los suyos. En el caso de Bajmut el papel de la milicia Wagner ha sido determinante, y ahí tenemos día sí y día también a Prigozhin, el oligarca que controla a este ejército paralelo, presumiendo sin cesar de cada uno de los edificios convertidos en carcasa que ha arrasado en las calles de lo que antes fueron lugares habitables. Wagner ha utilizado a presos y demás personal reclutado en el interior de Rusia como, literalmente, carne de cañón para colapsar las defensas ucranianas y desabastecerlas de munición. Sin importarle lo más mínimo las bajas de unas personas mandadas al matadero de una forma cruel, esos cadáveres han alfombrado el avance de las tropas más preparadas, que no han podido utilizar medios mecanizados porque la precisión occidental de la artillería suministrada a Kiev los arrasa. La guerra de Bajmut ha sido una de puro sadismo, de enfrentamiento calle por calle, casa por casa, de muertos en cantidades industriales por ambos lados combatientes y de regodeo de la infamia militar rusa en cada uno de sus avances. La densidad de muerte que allí se ha alcanzado probablemente supere a la registrada en la toma de Mariupol, y se sitúa claramente a la altura de episodios de la IIGM, que cada vez es recreada con mayor eficacia por parte de una guerra que no deja de escalar en sadismo.
Si, como parece, Bajmut cae, Kiev pierde una de las localidades importantes de la zona y ve como se le abre un flanco en el frente que es peligroso. La determinación de Putin en seguir con su conquista, más bien guerra de exterminio en el este, contrasta con la voluntad de Kiev, que se sostiene con el apoyo militar y financiero que le suministramos desde occidente, pero eso puede no ser suficiente en el caso de que la guerra se prolongue meses y meses. Las pérdidas que ha sufrido Kiev, en material y tropa, son más difíciles de reemplazar que las rusas y, sobre todo, dado que a Ucrania sí le importan sus propios soldados, el dolor que genera la derrota es mayor. Estas últimas semanas están siendo malas para el ejército ucraniano. Y todo en puertas de temidas ofensivas rusas en primavera.
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