jueves, julio 16, 2020

Huawei y la guerra fría con China


La empresa china Huawei, un monstruo tecnológico que se nos escapa de la imaginación a los europeos, y no digamos a los españoles, fue la ganadora de varios concursos realizados por el gobierno británico para el desarrollo del 5G en aquel país. En todo momento esta empresa china ha estado en el ojo del huracán por las acusaciones que hay sobre ella sobre si espía a favor del gobierno de Pekín y si no es otra cosa que un inmenso portaviones camuflado que permite la conquista de las infraestructuras y datos occidentales por parte de una China cada vez más ávida de poder. Como suele suceder, parte de estas acusaciones tienen un poso de verdad, y parte no.

Lo cierto es que en el desarrollo de la tecnología 5G, llamada a revolucionar las comunicaciones y muchas otras cosas (luego no será para tanto, ya verán) esta macro empresa china es la primera del mundo en lo que hace a equipos, instalaciones y demás cacharrería necesaria para que esas nuevas y prometedoras redes crucen de manera inalámbrica nuestro mundo. Y estamos, creo, ante el primer caso en décadas en las que las empresas occidentales no son las que poseen la ventaja operativa y de desarrollo ante una nueva tecnología. Hasta ahora se suponía que Europa o EEUU eran la fuente de todo lo moderno, y eso impulsaba a sus empresas hasta el más allá, y con ello a sus economías y ciudadanos. Japón en décadas pasadas y Corea del Sur más recientemente empezaron a ser focos rivales en tecnología, y aún son competidores formidables, pero es cierto que en el caso japonés su potencia económica se ha ido lastrando con los años tras el derrumbe de la burbuja inmobiliaria de los ochenta, y Corea del Sur se ha convertido en un país puntero, piense usted mismamente en Samsung, pero no posee el tamaño suficiente para crear una economía de liderazgo global. China es otra cosa. La imagen de su “made in” sigue siendo floja internacionalmente, asociada al montaje masivo, a la calidad no sobresaliente y a una indisimulada tendencia a la copia y el no respeto de las patentes internacionales que le granjea muchos problemas, pero sí tiene un mercado interno fabuloso que le permite que muchos productos y servicios creados en exclusiva para él sean viables y su desarrollo tecnológico ha ido a más a medida que el gobierno ha considerado la inversión en esa materia como algo estratégico y necesario para el crecimiento del país. Los gigantes californianos poseen sus réplicas en China, con Ali Baba como Amazon o Weibo como Twitter, y son empresas gigantescas, en las que la mano del autoritario gobierno chino está siempre presente, como en todo lo que sucede en aquella nación. Tencent o Huawei son ejemplos de empresas que hasta hace poco no eran muy conocidas, pero que son líderes mundiales en desarrollo tecnológico y que marcan la pauta en su sector. Desarrollar el 5G sin ellas sería como haber comenzado la telefonía móvil de finales de los noventa o principios del dos mil sin Nokia. Impensable, ¿verdad?. Curiosamente, Nokia o Ericsson, empresas que fueron punteras en ese sector y resultaron arrasadas por la irrupción de los smartphones, se hicieron mucho más pequeñas y se dedicaron al desarrollo de tecnologías de comunicación, de tal manera que hoy no venden terminales al público, no se las conoce ni mucho menos lo que hace unos años, pero son de las pocas empresas europeas que poseen recursos para desarrollar redes 5G, a enorme distancia de Huawei, es cierto, pero no parten ni mucho menos de la nada. ¿Es posible recurrir a ellas para no depender de las empresas chinas? Sí, en teoría, pero a unos costes de inversión y de tiempo que pueden ser muy caros, y que no tengo claro que las naciones europeas se puedan permitir, y menos tras ser arrasadas sus cuentas públicas por la pandemia. Renunciar ahora mismo a que Huawei desarrolle tu red es como comprar por internet y que no sea Amazon el lugar en el quieras encontrarlo todo y que todo te sea suministrado. Posible, sí, pero costoso.

Por eso la decisión del gobierno británico de rescindir los contratos con Huawei no obedece, ni mucho menos, a cuestiones económicas o tecnológicas, no, sino que es una decisión política, geopolítica más bien, en la que el pequeño país europeo busca cobijo bajo el gran país estadounidense para ser guarecido del enfrentamiento que cada vez es más intenso entre Washington y Pekín. Es probable que las autoridades chinas no se queden de brazos cruzados y actúen contra los intereses británicos, en su propio territorio, en lugares sensibles como Hong Kong o en la misma city de Londres, donde el dinero chino infla algunas de las muchas torres que se erigen sin cesar en aquella ciudad. Esta decisión muestra que la grieta entre occidente y China no deja de crecer, por el miedo nuestro ante su creciente poderío. El mundo está cambiando.

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