viernes, julio 10, 2020

Nadia, no


No debiéramos llamarnos a engaño, cada vez que España se presenta a una votación que empieza por “Euro” lo más probable es que acabe derrotada. El paradigma es el concurso de la canción, no celebrada en este 2020, en el que los comentaristas interesados de parte siempre nos colocan como miembros indiscutibles del grupo de cabeza y, después, tras la votación, que nos suele colocar cerca de la cola, dedican enormes esfuerzos a complicadas exégesis para explicar las causas de lo que no vieron y que, a posteriori, resultaba tan obvio. ¿Les suena esto en algún otro contexto? Sí, sí, casi siempre es todo así. Qué aburrimiento.

Ayer Nadia Calviño perdió la votación para la presidencia del Eurogrupo en un movimiento de votos que tampoco resulta tan raro. En la primera votación cosechó nueve síes, a uno de la elección, mientras que el candidato luxemburgués y el irlandés obtenían cada uno cinco votos. Parecía sencillo, pero no. El luxemburgués optó por retirarse y el candidato irlandés obtuvo los diez que no habían escogido inicialmente a la candidata española. Visto el cómputo inicial, Nadia era la favorita. Visto el resultado final, la derrota duele más. En esa candidatura el gobierno había puesto mucho empeño y la vendía ya como casi ganada, cual canción eurovisiva, lo que aumenta la sensación de fracaso. La noticia es mala por muchas razones. La primera porque Calviño era una buena candidata, solvente y preparada para el puesto. La segunda es porque supone una nueva muestra del poco poder que tenemos como país en el entramado europeo y la mala gestión que realizamos habitualmente para colocar en él a figuras y representantes. Siempre damos por sentado que vamos a conseguirlo sin haber hecho el enorme trabajo de persuasión que se requiere, y el que no se consiguiera un nuevo voto en la segunda votación en señal de que se daba casi todo por amarrado, en el típico error que nos suele condenar. Hay otras dos razones, mucho más profundas, por las que esta derrota es negativa para España. Una de ellas tiene que ver con la negociación que ya está planteada en Bruselas sobre las ayudas europeas para el rescate de la pandemia, la forma que van a tener, la condicionalidad y la cuantía. Si pensaba Sánchez que, desde el Eurogrupo Calviño iba a moderar las exigencias de los frugales resulta más que evidente que eso no va a ser así. Hay una lucha interna muy grande entre las naciones sobre cómo diseñar esas vías de rescate y los llamados frugales del norte, en los que hay gobiernos conservadores y socialdemócratas, van a ejercer toda la fuerza que puedan para que esas ayudas sean menores y muy condicionadas. Durante este semestre la presidencia de turno de la UE corresponde a Alemania, y ella será la garante de que haya finalmente un acuerdo, pero es evidente que la posición de un país muy dañado por el virus como el nuestro va a ser débil en esa negociación. La otra razón profunda por la que esta derrota es una mala noticia es interna, y tiene que ver con los contrapesos de poder dentro del gobierno de Sánchez, y la batalla entre el lado socialista y el podemita. Calviño ha sido desde el principio una voz de sensatez y moderación en medio del griterío demagogo en el que vive Iglesias, y ha sido rumor intenso en alguna ocasión su intención de dimitir ante medidas tomadas por el lado podemita del ejecutivo, como lo fue la noche en la que se produjo el vergonzoso pacto del grupo socialista con Bildu sobre la derogación inmediata de la reforma laboral, quizás la noche políticamente más oscura de lo que llevamos de gobierno sanchista. El alcanzar el puesto europeo otorgaría a Calviño una posición de fuerza en el ejecutivo de cara a desarrollar políticas y medidas coordinadas con la UE, en las que las frivolidades, por ser generoso, de Iglesias no tendrían cabida. Su derrota de ayer le quita poder dentro del ejecutivo y sin duda, fue festejada por algunos sectores podemitas, que no se cortan a la hora de mostrar sus filias y fobias por los que se suponen son sus compañeros de ejecutivo.

¿Habrá resaca de la votación de ayer en el plano nacional? No lo se. A partir de hoy la fábrica de argumentarios de Moncloa tratará de vender esta derrota como la del europeísmo frente a los egoístas del norte, azuzando las rencillas entre los socios comunitarios de los que, no lo olvidemos, dependemos financieramente. También se buscará, sin duda, rebajar el peso del cargo perdido para dar la sensación de que no es tanto lo que se ha dejado de ganar. Pero sí lo es. La derrota es obvia, el daño está hecho, e imagino a un señor con coleta que esta noche habrá reído con ganas ante un resultado que él deseaba y casi nadie, en el partido del gobierno, esperaba. De Eurovisión y el mal papel del representante español ya hablaremos el año que viene.

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