jueves, julio 30, 2020

Misión a Marte


Aproximadamente cada dos años, las velocidades y posición relativas de la Tierra y Marte permiten, con la tecnología de hoy en día, minimizar el tiempo de viaje entre ambos mundos, dejándolo en unos siete meses. Es por ello que esta denominada ventana de lanzamientos tiene siempre varias misiones preparadas para usarlas. Estaban previstas inicialmente cuatro en este año 2020, pero ya hace unos meses quedó claro que la iniciativa europea, con colaboración rusa, no estaba lo suficientemente perfilada como para lanzarse a la aventura. Su idea, poner un rover sobre el planeta, exigía que todo estuviera a mucho más del 100% de lo necesario, y no era el caso, por lo que el viaje europeo se producirá, si no pasa nada raro, en 2022.

Las otras tres misiones muestran un compendio de ambiciones tecnológicas y, también, suponen una imagen de cómo está el poder en la Tierra y de las naciones que cuentan, o se pueden permitir el lujo de pagar para contar. El primer envío, lanzado hace unas tres semanas, es una misión de los Emiratos Árabes Unidos, EAU, primera vez que una nación así y de la zona se lanza a esta carrerea. Es una misión modesta, y busca colocar un satélite en la órbita marciana que investigue su atmósfera. Además, dad la trayectoria orbital que va a poseer, se espera que pase cerca de una de las dos minilunas de Marte, Deimos, (la otra se llama Fobos) y que pueda tomar imágenes muy precisas de esa gran roca. La segunda misó, lanzada la semana pasada, es china, y supone el mayor reto al que se ha enfrentado la joven y lanzada tecnología espacial de aquel país. Es un viaje en el que van dos naves, un orbitador y un rover, que se espera se pose sobre la superficie y pueda realizar trabajo de campo analizando muestras y buscando razas de vida. Todos los intentos exitosos de amartizaje logrados en las últimas décadas llevan la bandera norteamericana, por lo que si los chinos son capaces de lograrlo habrán dado, otra vez, un golpe de efecto en una nueva mesa en la que ya son capaces de hablar de tú a tú con la gran potencia. Aterrizar en Marte es una pesadilla que junta lo peor de todos los escenarios posibles y lograr es, créanme, toda una proeza. La tercera misión al planeta rojo se lanza hoy a las 13:50 hora española desde Florida, y es norteamericana. Los americanos han conseguido pleno de éxitos en sus últimos intentos marcianos, y van poco a poco aumentado la complejidad de sus misiones. En este caso no se envía un orbitador, sólo un rover, llamado Perseverance, que es la evolución de Curiosity, que lleva ya cuatro años en la superficie de Marte y que ha supuesto un avance enorme en lo que hace al avance de la exploración del planeta. Son modelos de vehículos de gran tamaño, similares a un coche medio, y que pueden hacer decenas de kilómetros de viaje en su vida útil. Dotados de un amplio instrumental, el objetivo de Perseverance vuelve a ser la búsqueda de trazas que indiquen si hubo vida en algún momento sobre la superficie de aquel mundo, objetivo que obsesiona a todos los científicos desde que se ha demostrado que el agua sí fluyó sobre la superficie en un pasado remoto medible en muchos millones de años. Pera además de todo lo comentado, el rover norteamericano lleva un secreto muy interesante en su interior. Llamado Ingenuity, no es otra cosa que una especie de dron diseñado para despega y volar, sí , volar, por Marte. Dotado de un doble rotor de aspas y un aspecto mezcla entre un elemento de ciencia ficción y un insecto extraño, se ha creado para poder surcar la muy tenue atmósfera marciana, de una densidad ridícula comparada con la nuestra, pero que existe, y que puede ser “volada” por sí decirlo. Lograr que la misión aterrice sin percances y desplegar el Ingenuity sin problemas ya será todo un reto, pero si hay éxito la simple idea de poder contemplar Marte en vuelo, a través de los pequeños saltos que sea capaz de llevar a cabo este robot es, simplemente, fascinante.

Si todo va bien, las tres naves llegarán, como una flota invasora, a la órbita marciana para mediados finales de febrero de 2021, y a partir de ahí, en pocos días, sabremos si han tenido éxito sus maniobras de inserción y, en el caso chino y norteamericano, amartizaje, que es lo más difícil de todo. Para entonces es de esperar que el panorama pandémico que nos absorbe por completo a los terrícolas esté algo más despejado, y quizás tengamos ya a varios millones de personas vacunadas ante la maldita enfermedad, y podamos contemplar el futuro con algo más de esperanza. Futuro que, ineludiblemente, pasa por las estrellas y, paso a paso, por los planetas vecinos al nuestro, que cada día conocemos mejor y que no dejan de ofrecernos sorpresas y maravillas para ser exploradas.

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