Aproximadamente
cada dos años, las velocidades y posición relativas de la Tierra y Marte
permiten, con la tecnología de hoy en día, minimizar el tiempo de viaje entre
ambos mundos, dejándolo en unos siete meses. Es por ello que esta denominada
ventana de lanzamientos tiene siempre varias misiones preparadas para usarlas.
Estaban previstas inicialmente cuatro en este año 2020, pero ya hace unos meses
quedó claro que la iniciativa europea, con colaboración rusa, no estaba lo
suficientemente perfilada como para lanzarse a la aventura. Su idea, poner un
rover sobre el planeta, exigía que todo estuviera a mucho más del 100% de lo
necesario, y no era el caso, por lo que el viaje europeo se producirá, si no
pasa nada raro, en 2022.
Las
otras tres misiones muestran un compendio de ambiciones tecnológicas y,
también, suponen una imagen de cómo está el poder en la Tierra y de las
naciones que cuentan, o se pueden permitir el lujo de pagar para contar. El
primer envío, lanzado hace unas tres semanas, es una misión de los Emiratos
Árabes Unidos, EAU, primera vez que una nación así y de la zona se lanza a esta
carrerea. Es una misión modesta, y busca colocar un satélite en la órbita
marciana que investigue su atmósfera. Además, dad la trayectoria orbital que va
a poseer, se espera que pase cerca de una de las dos minilunas de Marte,
Deimos, (la otra se llama Fobos) y que pueda tomar imágenes muy precisas de esa
gran roca. La segunda misó, lanzada la semana pasada, es china, y supone el
mayor reto al que se ha enfrentado la joven y lanzada tecnología espacial de
aquel país. Es un viaje en el que van dos naves, un orbitador y un rover, que
se espera se pose sobre la superficie y pueda realizar trabajo de campo
analizando muestras y buscando razas de vida. Todos los intentos exitosos de
amartizaje logrados en las últimas décadas llevan la bandera norteamericana,
por lo que si los chinos son capaces de lograrlo habrán dado, otra vez, un
golpe de efecto en una nueva mesa en la que ya son capaces de hablar de tú a tú
con la gran potencia. Aterrizar en Marte es una pesadilla que junta lo peor de
todos los escenarios posibles y lograr es, créanme, toda una proeza. La
tercera misión al planeta rojo se lanza hoy a las 13:50 hora española desde
Florida, y es norteamericana. Los americanos han conseguido pleno de éxitos
en sus últimos intentos marcianos, y van poco a poco aumentado la complejidad
de sus misiones. En este caso no se envía un orbitador, sólo un rover, llamado Perseverance,
que es la evolución de Curiosity, que lleva ya cuatro años en la superficie de
Marte y que ha supuesto un avance enorme en lo que hace al avance de la
exploración del planeta. Son modelos de vehículos de gran tamaño, similares a
un coche medio, y que pueden hacer decenas de kilómetros de viaje en su vida útil.
Dotados de un amplio instrumental, el objetivo de Perseverance vuelve a ser la
búsqueda de trazas que indiquen si hubo vida en algún momento sobre la
superficie de aquel mundo, objetivo que obsesiona a todos los científicos desde
que se ha demostrado que el agua sí fluyó sobre la superficie en un pasado
remoto medible en muchos millones de años. Pera además de todo lo comentado, el
rover norteamericano lleva un secreto muy interesante en su interior. Llamado
Ingenuity, no es otra cosa que una especie de dron diseñado para despega y
volar, sí , volar, por Marte. Dotado de un doble rotor de aspas y un
aspecto mezcla entre un elemento de ciencia ficción y un insecto extraño, se ha
creado para poder surcar la muy tenue atmósfera marciana, de una densidad ridícula
comparada con la nuestra, pero que existe, y que puede ser “volada” por sí
decirlo. Lograr que la misión aterrice sin percances y desplegar el Ingenuity
sin problemas ya será todo un reto, pero si hay éxito la simple idea de poder
contemplar Marte en vuelo, a través de los pequeños saltos que sea capaz de
llevar a cabo este robot es, simplemente, fascinante.
Si
todo va bien, las tres naves llegarán, como una flota invasora, a la órbita
marciana para mediados finales de febrero de 2021, y a partir de ahí, en pocos
días, sabremos si han tenido éxito sus maniobras de inserción y, en el caso
chino y norteamericano, amartizaje, que es lo más difícil de todo. Para entonces
es de esperar que el panorama pandémico que nos absorbe por completo a los terrícolas
esté algo más despejado, y quizás tengamos ya a varios millones de personas
vacunadas ante la maldita enfermedad, y podamos contemplar el futuro con algo más
de esperanza. Futuro que, ineludiblemente, pasa por las estrellas y, paso a
paso, por los planetas vecinos al nuestro, que cada día conocemos mejor y que no
dejan de ofrecernos sorpresas y maravillas para ser exploradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario