viernes, julio 31, 2020

Adiós PIB, adiós


A las nueve de la mañana de hoy el INE publicará el dato de crecimiento trimestral de la economía española en el segundo tramo del año, meses de abril a junio. El uso del término crecimiento en la anterior frase es una convención, porque la duda del dato que conoceremos en breve no es su signo, sino su magnitud, y más bien si está va a ser horrenda o más. Ayer se conocieron los datos equivalentes de Alemania, -10,1% y de EEUU, -32,9%. Hoy hace una semana el EUSTAT, instituto vasco de estadística, estimaba para la economía vasca una contracción del 20%. Como verán, cifras disparatadas, inmensas, históricas, nunca vistas. A los pocos minutos de que salga el dato se nos van a acabar los adjetivos para medirlo. Y luego sólo quedará el daño.

Destrucciones de PIB de esta magnitud sólo se observan en países en guerra, en economías de naciones sometidas a bombardeos, y aún así es realmente difícil alcanzar datos que reflejen, como en el caso estadounidense, una destrucción de un tercio del valor. Lo que estamos viviendo con la pandemia es histórico, pero lo que vamos a vivir en nuestras economías no lo será menos. La española, muy dependiente del sector servicios, con el turismo y aledaños como uno de sus principales sectores productivos, se enfrenta a una contracción que bien pudiera estar en ese entorno, y que no tiene comparación alguna con cifras del pasado. Bajadas de esta dimensión lo descolocan todo. Deshacen las cuentas públicas, en las que ingresos y gastos están muy condicionados por la evolución del ciclo económico, y que habrán sufrido caídas en su recaudación y excesos en los gastos muy por encima d las abultadas variaciones que pueda marcar el propio PIB. Las expectativas de hogares y negocios, que ya están totalmente condicionadas por lo sucedido y lo que pueda pasar con la evolución de los brotes, sufrirán con la publicación de un dato que lo único que va a hacer es reflejar lo que sea vivir de puertas para dentro durante los meses de confinamiento y tímida apertura posterior. Estadísticas como a de la EPA y su millón de empleos destruidos son la forma numérica de medir las colas del hambre que han proliferado en nuestras ciudades o la eliminación de comercios que cada día se extiende por las calles. Frenazos en la inversión como nunca antes se han visto se darán en empresas, entidades financieras y particulares, provocados por el desplome de la demanda que se vive y por la total incertidumbre que se vive ante un futuro que se mide en días, en número de infectados y en sensaciones sobre si habrá nuevos confinamientos y de qué dimensión serán. Tras cifras como las del PIB de hoy se miden realidades, hay personas, hay proyectos, familias, negocios, ilusiones. Cierto es que el PIB es una herramienta que tiene fallos a la hora de medir lo que sucede realmente en nuestras economías, pero si las pegas que se le ponen se suelen suavizar cuando registra fuertes ascensos sería infantil destacarlas en exceso cuando se desploma hasta abismos nunca vistos. Con sus más y sus menos, estas bajadas nos están contando la derivada económica del desastre sanitario que hemos vivido, derivada que viene con retraso y que durará bastante más de lo que pueda ser el problema del virus, suponiendo que las vacunas funcionen en unos meses y que para el verano que viene podamos estar diciendo adiós a esta pesadilla vírica. Los destrozos en el tejido productivo que genera una situación como la actual son mucho más duraderos y difíciles de atajar que la enfermedad. Es algo así como la larga convalecencia del enfermo que, sí, se ha curado, y sale de la UCI, pero que tardará mucho en volver a ser algo similar a lo que era. El tiempo necesario para, recuperada la estabilidad sanitaria, volver a un crecimiento normal, es desconocido.

Nuestras economías saldrán transformadas de esta crisis. Como mínimo, mucho más empobrecidas y digitalizadas. La caída de rentas que vendrá después de este desplome de PIB será generalizada, y todos tendremos que renunciar a sueldos e ingresos que hace unos meses considerábamos estables, porque no habrá con que pagarlos. La recuperación de los sectores económicos será muy desigual, a ritmos muy distintos y está por ver si algunos llegarán a tener la dimensión que alcanzaron antes de la pandemia. Y aunque en un futuro, ya sanos, las calles vuelvan a la vida, muchos locales comerciales no lo harán, arrasados por las deudas y las compras por internet, que seguirán creciendo. El dato de hoy mide un destrozo, y anticipa un futuro.

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