jueves, julio 23, 2020

Un alternativo día del libro


El coronavirus nos robó la primavera y, al paso que va, logrará arrebatarnos todo el año con su desgraciada presencia, pero fue en la estación del despertar cuando su efecto fue absoluto, letal, y todo quedó suspendido. Eventos privados, conmemoraciones, actos públicos… todo desapareció mientras el confinamiento se extendía por doquier y la vida quedaba sumida a una quietud entre las paredes de casa. Una de las muchas cosas que se quedó ahí, abandonada en la nada, fue la conmemoración del día del libro, un 23 de abril, fecha para la que la curva empezaba a bajar pero los muertos diarios aún se contaban por centenas. Se propuso aplazarlo al verano, para cuando esto “ya hubiera pasado” y se escogió, de julio, el mismo día 23. Hoy.

En esta jornada se conmemorará tanto el día del libro como la festividad de Sant Jordi, en una Barcelona en la que los rebrotes ponen contra las cuerdas a las autoridades locales y empiezan a obligar a diseñar planes de contingencia hospitalaria ante lo que pueda venir en semanas. No veremos Las Ramblas llenas de casetas, autores y lectores, como no las vimos en el debido abril, porque la distancia interpersonal, que entonces debiera llevar tiempo instalada entre nosotros, se ha convertido en la compañera omnipresente de todos, y elimina el concepto de multitud, de reunión. Las librerías harán horario especial y descuento del 10% en sus ejemplares, con la esperanza de recuperar algo en esta jornada de las ventas e ingresos que se han ido desde el inicio de la pesadilla, y que para muchas ha supuesto la más absoluta ruina. El panorama que la pandemia dejan en el sector del pequeño comercio es similar al de una ciudad bombardeada, con unos supervivientes en medio de los escombros. Los locales cierran agotados, sin caja alguna, y entre ellos las librerías viven lo peor de todos los mundos, como todos aquellos negocios que no pueden instalar una terraza para vender copas. Su ecosistema era ya débil antes de todo esto, atomizado y luchando frente a gigantes de la distribución que han prosperado aún más con la forzada explosión del cibercomercio. Muchas de ellas, pequeñas, de barrio, vivían de la compra de los fieles del lugar, que ahora o no están, o no salen o se han quedado sin ingresos. Con los salarios temblando y el desempleo galopante la compra de libros se convierte en un accesorio casi de lujo cuando uno tiene dudas sobre el estado de la despensa a partir de la segunda quincena del mes. Es por eso que no pocas esperan hoy no ya arreglar sus cuentas, eso es imposible, pero sí al menos frenar la sangría, conseguir un punto de apoyo en el que poder respirar, un alivio en el duro puerto de montaña que están atravesando para poder refrescar, aunque sea un instante, piernas, mente y caja, y afrontar lo que queda de un año que, para todos, es lúgubre e incierto. Por eso, mi recomendación de hoy es que compren libros, por supuesto, pero que si es posible, lo hagan en esa librería que tienen cerca de casa, o la que ha quedado que se encuentre más próxima. Las grandes cadenas venderán hoy muchos libros, y otro tipo de productos, y todos ellos les permitirán también ir manteniendo unas ganancias que están muy mermadas, pero para ellas este día sólo es algo diferente, mientras que para la pequeña librería es una jornada absolutamente especial, vital, excepcional. La usencia completa de turistas provocará que los que acudan a las compras hoy sean los habitantes de las ciudades y pueblos, los de siempre. Muchos de ellos conocerán al librero y sabrán de sus alegrías, sus penas y pesares. Comprarle hoy un libro no es sólo, que también, un acto de amor a la cultura, y un regalo personal a uno mismo y a quien estemos pensando en dárselo, sino también un regalo a ese librero, a ese autor, a toda la cadena de profesionales que hacen posible que los libros lleguen hasta nosotros. Muchos de esos profesionales se encuentran ahora mismo en un estado de precariedad y angustia difícilmente imaginable. Hagamos lo posible para ayudarles, y lo mejor es, hoy, siempre, comprar libros.

Por oferta no será, se sigue editando una barbaridad en España, y muchas de las novedades que iban a presentarse coincidiendo con el original 23 de abril y la señalada Feria del libro (ay, la feria, qué pena, te echo de menos) han salido tras el confinamiento. Hay muchos libros sobre pandemias, virus y enfermedades, porque lo que está de actualidad impone gustos, pero tienen ustedes, como siempre, ensayos y novelas en grandes cantidades donde perderse, aprender y pasar un rato excelente en compañía de lo escrito por sus autores. ¿Acaso hay mejor plan para un caluroso verano que una apasionante lectura a la sombra de, pongamos, unos infinitos juncos? Disfruten de sus compras, lean y déjense llevar por las páginas.

No hay comentarios: